''Mi irresponsabilidad de propagar información por Internet fue un exabrupto de mal humor'', declaró Charles Xue.
ReutersBEIJING.- Uno de los más conocidos comentaristas por Internet de China compareció el domingo en medios estatales para confesar su responsabilidad en la propagación de comentarios considerados “irresponsable” en Internet, después de que China haya adoptado duras medidas para reprimir los rumores en línea.
Una persona podrá ser acusada de difamación si los rumores que publique en la web reciben más de 5.000 visitas o son reenviados más de 500 veces, según una interpretación judicial emitida por el principal tribunal y fiscal del país, que castigaría la infracción con hasta tres años de cárcel.
China está en medio de otra campaña contra lo que denomina "rumores online", que los chinos usan cada vez más para hablar de política, pese a la estricta censura.
Charles Xue, un empresario de capital riesgo chino-estadounidense conocido por sus controvertidas declaraciones sobre temas sociales y políticos, dijo a la televisora estatal CCTV y a la agencia estatal de prensa Xinhua que "la libertad de expresión no puede estar por encima de la ley".
"Mi irresponsabilidad de propagar información por Internet fue un exabrupto de mal humor, y un descuido de la comunidad social", dijo.
Xue, también conocido como Xue Manzi, tenía 12 millones de seguidores en la web de microblogs china Sina Weibo. En agosto, fue mostrado en la televisión estatal tras ser detenido acusado de estar con prostitutas.
Xinhua dijo que la policía ahora está revisando declaraciones de internautas que afirman que entre las actividades de Xue en la red podría haber delitos.
Varios ejecutivos extranjeros y chinos, detenidos por diversas razones, han hecho confesiones en la televisión estatal en las últimas semanas, lo que hace temer a la comunidad empresarial acerca de una tendencia que, en opinión de algunos abogados, se burla de la noción del estado de derecho.
Las confesiones han formado parte del panorama legal chino desde hace décadas, pero han sido escasas las veces en las que empresarios de alto nivel han salido en televisión, usando ropa de prisión, para confesar.