EFE
SYDNEY.- El gobierno de Australia declaró hoy el estado de emergencia en el sudeste del país a causa de los graves incendios forestales que ya han destruido más de 200 casas y los temores por las adversas condiciones meteorológicas.
La orden permite que el personal de emergencia evacúe a los residentes si es necesario por la fuerza y que corte el suministro eléctrico. "Hacemos planes para la peor de las situaciones y esperamos lo mejor", dijo el primer ministro del estado de Nueva Gales del Sur, Barry O'Farrell.
Las autoridades combaten unos 50 diferentes focos y alertaron de que dos incendios separados en las Montañas Azules, unos 70 kilómetros al oeste de Sydney, podrían juntarse y avanzar sobre la ciudad.
Los diferentes incendios se han combinado de modo de que abarcan un perímetro de más de 400 kilómetros y han quemado más de 35.000 hectáreas.
"Para buscar algo similar a estos incendios hay que remontarse hasta 1968", dijo el jefe del Servicio Rural de Bomberos (RFS), Shane Fitzsimmons. "La diferencia con 1968 es que en la región vive mucha más gente. Nos tomamos el asunto muy en serio".
Además señaló que se espera que las temperaturas suban y aumenten también los vientos, lo que combinado con la sequedad de los bosques ha empeorado la catástrofe.
Desde el inicio de la crisis el jueves ha muerto una persona y han sido destruidas 208 viviendas.
Los suburbios de Penrith y Richmond, a las afueras de Sydney, están sólo a 20 kilómetros de los incendios de Springwood. También en el interior hay alarma, porque si bien en principio las llamas amenazan sólo a pequeñas localidades con pocos cientos de habitantes, podrían alcanzar también otros lugares como Katoomba, con más de 8.000 habitantes, o Leura, con casi 5.000.
Entre los que se encuentran luchando contra el fuego está el propio primer ministro Tony Abbott, bombero voluntario en una brigada en Sydney. El dirigente pasó la noche trabajando con su equipo en las Montañas Azules, generando incendios controlados frente a las llamas para impedir que avancen.
Los equipos, formados por 1.500 bomberos, la mayoría voluntarios, están apoyados por medios aéreos que lanzan agua.
Matt Stephens, que vive en la zona, declaró a la agencia local AAP que se quedará para defender su casa todo lo que pueda y sólo buscará refugio cuando no tenga más remedio. "Tengo todo lo necesario en la puerta de casa para irme", señaló.
Para los próximos días, los meteorólogos auguran malas noticias: nada de lluvia, temperaturas de más de 30 grados y, aún peor, un aumento del viento, que puede transportar a kilómetros de distancia ceniza encendida por las llamas. El peor día será el miércoles, dijo el portavoz de los bomberos Joel Kursawe.