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WASHINGTON.- El presidente estadounidense, Barack Obama, se reunió el viernes con los huelguistas de hambre que reclaman una reforma migratoria cerca del edificio del Congreso en Washington.
Acompañado de su esposa Michelle, Obama se desplazó con un grupo sobre el "Mall", la inmensa explanada en el centro de la capital federal, no muy lejos de la Casa Blanca. Esta actividad no figuraba en su agenda oficial.
Los periodistas que siguieron a la pareja presidencial fueron mantenidos a cierta distancia.
"El presidente y la primera dama visitan a personas que participan del operativo 'Fast for families' (ayuno por las familias) sobre el Mall y vienen a respaldar a quienes ayunan para obtener una reforma migratoria", dijo un responsable de la Casa Blanca que pidió el anonimato.
Desde el 12 de noviembre e instalados en tiendas de campaña cerca del Capitolio, militantes de derechos de inmigrantes iniciaron una huelga de hambre para exigir a la Cámara de Representantes que apruebe una reforma migratoria.
Un texto en este sentido ya ha sido aprobado por el Senado, donde son mayoritarios los aliados demócratas de Obama, quien hizo de la reforma migratoria una de sus principales promesas electorales en sus campañas de 2008 y 2012.
El texto indica, bajo condiciones estrictas y al finalizar un período transitorio de al menos 13 años, conceder la nacionalidad estadounidense a personas que viven de forma ilegal en Estados Unidos. Estas sumarían 11 millones en total.
El presidente republicano de la Cámara, John Boehner, se declaró hace poco dispuesto a hacer que su asamblea examine el texto, aunque punto por punto, un acercamiento que no rechazó Obama, quien no obstante esperó el pasado lunes en San Francisco que al final se encontraran juntos "cada uno de ellos".
Algunos conservadores son hostiles a cualquier medida que se asemeje a una "amnistía" de inmigrantes clandestinos y rechazan la idea de "una vía hacia la naturalización" para éstos.
El desenlace de este caso podría tener consecuencias electorales a largo plazo, mientras que la posición intransigente de los republicanos parece haberles salido cara en las elecciones presidenciales de 2012: 71% de los hispanos, la minoría demográfica más dinámica, prefirieron a Obama sobre su rival republicano, Mitt Romney.
El presidente, a un año de las elecciones legislativas de medio mandato, había de hecho lanzado una advertencia apenas solapada a sus adversarios, alentándolos a "mirar de cerca" los sondeos sobre este tema.