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Santiago: Sábado 05 de octubre del 2024 | Actualizado 23:06
KAYSERI.- El juicio a ocho personas, entre ellas cuatro policías, acusadas de haber golpeado a un manifestante durante las protestas antigubernamentales de junio pasado y que luego murió a causa de sus heridas, comenzó este lunes en Kayseri, zona central de Turquía.
Unos 2.000 policías y lanzaaguas fueron desplegados alrededor del Palacio de Justicia para contener a cientos de personas que se congregaron para manifestar su solidaridad con la víctima, Ali Ismail Korkmaz, de 19 años, en este emblemático caso de la represión ordenada por el primer ministro Recep Tayyip Erdogan contra los contestatarios.
El procurador reiteró sus requerimientos contra los sospechosos, inculpados de "asesinato con premeditación", pidiendo penas que van desde los ocho años de prisión hasta la cadena perpetua.
El gobernador de Kayseri prohibió formalmente cualquier mitin en la ciudad por "motivos de seguridad". A partir del domingo al anochecer, varios autobuses que transportaban a decenas de personas, entre las cuales había numerosos estudiantes, fueron bloqueados en las puertas de la ciudad, indicaron asociaciones que habían organizado manifestaciones.
El 2 de junio de 2013, Ali Ismail Korkmaz, de 19 años, fue golpeado por varios individuos cuando trataba de escapar a una carga policial durante una manifestación contra Erdogan en Eskisehir, una gran ciudad estudiantil del oeste de Turquía.
El joven estudiante, víctima de una hemorragia cerebral, sucumbió a causa de sus heridas el 10 de julio, después de 38 días en estado de coma.
Los ocho acusados que comparecen desde el lunes fueron filmados por las cámaras de vigilancia cuando golpeaban al joven, caído en el suelo, con bates de béisbol y cachiporras. Fueron inculpados de "asesinato con premeditación" y podrían ser condenados a la cadena perpetua.
Antes de que comenzara la audiencia, las partes civiles denunciaron el traslado del juicio a más de 500 km del lugar de los hechos, e insistieron en el aspecto "político" del caso.
La imagen del jefe del gobierno vio afectada por la violenta represión del movimiento contestatario, que denunciaba su deriva autoritaria y su voluntad de "islamizar" a la sociedad turca. Amnistía Internacional denunció violaciones "a gran escala" de los derechos humanos".
