CIUDAD DEL VATICANO.- El Papa Francisco volvió hoy a arremeter contra el "el poder, el lujo y el dinero que se convierten en ídolos" y que impiden la "distribución justa de las riquezas" e invitó a los católicos a la sobriedad y a compartir.
Así se lee en el mensaje del Santo Padre argentino para la Cuaresma, el periodo anterior a la Semana Santa, que fue presentado hoy por el Vaticano y cuyo tema principal es la pobreza material y espiritual.
"Cuando el poder, el lujo y el dinero se convierten en ídolos, se anteponen a la exigencia de una distribución justa de las riquezas. Por tanto, es necesario que las conciencias se conviertan a la justicia, a la igualdad, a la sobriedad y al compartir", señaló.
Asimismo, Francisco expresó su preocupación por la que llamó miseria moral, y que "consiste en convertirse en esclavos del vicio y del pecado".
"¡Cuántas familias viven angustiadas porque alguno de sus miembros -a menudo joven- tiene dependencia del alcohol, las drogas, el juego o la pornografía!", lamentó el pontífice de Buenos Aires.
Jorge Mario Bergoglio también denunció que tantas personas "se ven obligadas a vivir esta miseria por condiciones sociales injustas, por falta de un trabajo, lo cual les priva de la dignidad que da llevar el pan a casa, por falta de igualdad respecto a los derechos a la educación y la salud".
"En estos casos la miseria moral bien podría llamarse casi suicidio incipiente. Esta forma de miseria, que también es causa de ruina económica, siempre va unida a la miseria espiritual, que nos golpea cuando nos alejamos de Dios y rechazamos su amor".
El Pontífice concluyó que "el Evangelio es el verdadero antídoto contra la miseria espiritual" y entonces instó a los católicos a "seguir e imitar a Jesús, que fue en busca de los pobres y los pecadores como el pastor con la oveja perdida, y lo hizo lleno de amor. Unidos a Él, podemos abrir con valentía nuevos caminos de evangelización y promoción humana."
Para el papa, el periodo de la Cuaresma es adecuado para "preguntarnos de qué podemos privarnos a fin de ayudar y enriquecer a otros con nuestra pobreza."
El pontífice destacó que, sin embargo, que "la verdadera pobreza duele" y que "no es válido un despojo sin esta dimensión penitencial".
"Desconfío de la limosna que no cuesta y no duele", aseveró.