ARLINGTON.- Rescatistas buscan entre escombros llenos de barro a las personas desaparecidas tras el alud ocurrido este fin de semana en el noroeste del estado norteamericano de Washington y que dejó al menos 14 muertos.
Cerca de una decena de trabajadores siguen buscando durante el día y la noche a las 176 personas reportadas como desaparecidas tras el colapso de la ladera de un cerro que arrasó con numerosas casas cerca de Oso la mañana del sábado después de fuertes lluvias, afirmó el responsable del condado de Snohomish, John Lovick.
Los rescatistas trabajan con urgencia debido al temor de una inundación, dado que los niveles del agua se elevaron detrás de una frágil represa de barro y escombros vertidas en la bifurcación norte del Río Stillaguamish por el deslave en un área junto a la carretera estatal 530, a cerca de 90 kilómetros al noreste de Seattle, en el estado del noroeste del Pacífico.
Las autoridades esperaban que el número de personas que figuran como desaparecidas bajara debido a que posiblemente habían sido contadas dos veces o habían demorado en alertar a familiares y funcionarios sobre su paradero.
Los socorristas, que eran ayudados por perros, equipamiento para la remoción de tierra y aviones, no habían logrado encontrar a más personas en los escombros el martes por la mañana.
"Este es un momento extremadamente difícil y emotivo para las familias y amigos de aquellos impactados por el deslave en Oso", afirmó en un comunicado el gobernador del estado de Washington, Jay Inslee.
"Los familiares están de duelo, intentando concentrarse en encontrar a seres queridos desparecidos o trabajando en el proceso de reconstruir lo que se perdió", agregó Inslee.
El presidente Barack Obama, que el lunes estaba en Europa para una reunión con líderes mundiales, firmó una declaración de emergencia en que ordenó la ayuda gubernamental para complementar los esfuerzos estatales y locales, dijo la Casa Blanca.
Más de 100 propiedades fueron alcanzadas por el alud y ocho personas estaban heridas.
La inestabilidad del suelo forzó a los rescatistas a suspender sus esfuerzos al crepúsculo del domingo. Algunos de ellos, que estaban enterrados en el barro hasta la altura de sus axilas, tuvieron que ser arrastrados fuera del fango.