El escándalo por el caso de Faisal, que cumplió 13 años, ha tenido una gran repercusión en la prensa e incluso alguna cadena de televisión, que han mostrado al niño atado de un pie y encerrado en un estrecho cuarto separado de la casa, sin retrete ni cama donde acostarse.
La madre explicó a los reporteros que se vieron obligados a atarlo con una cadena a la pared a los 7 años de edad, cuando los vecinos se quejaron de su agresividad y de sus ataques.
Durante ese tiempo, la familia visitó los hospitales de todo el norte del país (Fez, Jemiset, Berkán o Rabat) en busca de ayuda, pero nadie se quiso hacer cargo de Faisal por su difícil carácter, añadió la madre.
Cócteles de pastillas tranquilizantes fueron lo único que esta familia pobre recibió para calmar a Faisal y nunca fue internado en una institución "porque somos pobres", declaró su madre al diario "Ajbar al Yaum".
El ruido generado por el caso Faisal llevó a que finalmente un centro especializado en enfermedades mentales de la ciudad de Uxda se hiciera cargo del menor, según indicó la primera cadena oficial de televisión.
Mientras tanto, el hermano del niño sigue detenido por la Gendarmería (policía rural), y el padre fue liberado por su elevada edad y minusvalía.
Este caso ha puesto de relieve una vez más el calvario por el que pasan los enfermos mentales y sus allegados en Marruecos, ante las carencias de la sanidad pública para hacerse cargo de ellos.
En septiembre de 2012, el oficial Consejo Nacional de Derechos Humanos publicó un informe sobre el estado de la salud mental en el país, que calificó de "alarmante" por la escasez de centros públicos y de médicos especializados, las deficientes condiciones de vida de los internos y el "deplorable estado" de los establecimientos.