Jacob Zuma.
AFP
JOHANNESBURGO, 27 Abr 2014 (AFP) - Sudáfrica festeja este domingo el 20º aniversario de sus primeras elecciones con participación multirracial, en las que se enterró al régimen del apartheid y hubo un inolvidable espíritu popular y pacífico con todos dirigiéndose hacia las urnas.
Plegarias, discursos y "garden party" presidencial en Pretoria se encadenan entre sí a lo largo y ancho del enorme país para evocar aquellas horas añoradas en que tuvo lugar el escrutinio del 27 de abril de 1994, considerado el día Uno de la actual democracia sudafricana.
El de 27 abril o "Freedom Day", día de la libertad, es por supuesto un feriado nacional. Como este año cae en día domingo, el lunes 28 no será día laborable y el presidente Jacob Zuma aprovechará para prolongar las ceremonias de la conmemoración en el parlamento, en Ciudad del Cabo.
Coronando unas muy difíciles negociaciones entre el Consejo Nacional Africano (CNA, ANC sus siglas en inglés) de Nelson Mandela y las autoridades del apartheid, aquellas elecciones permitieron a Sudáfrica escapar al caos y a la guerra civil que entonces parecían perfilarse y, en cambio, se pusieron en marcha los trabajos para elaborar una Constitución que hoy se encuentra entre las más progresistas del mundo.
Dos imágenes de aquellas elecciones de 1994 quedaron grabadas para siempre en la memoria de todos.
La primera, la de un Mandela sonriente, con su sobre con su lista de votación en una mano. Aquel mismo hombre que cuatro años antes había dejado detrás 27 de prisión y recuperaba la libertad con un puño en alto.
La segunda, las filas interminables de electores que parecían serpentear hasta el infinito, pero con todos pacientes y calmos ante las oficinas electorales, símbolo de un pueblo que fraternizaba en las urnas después de años de violencia y racismo.
Por primera vez, la mayoría negra, antes excluida, pudo votar.
"Hoy es un día como nunca antes hubo otro. La votación en nuestras primeras elecciones libres y justas ha comenzado. Hoy es la alborada de nuestra libertad", declaró aquel día Mandela, poco antes de convertirse a sus 75 años y con el apoyo de parte de la minoría blanca en el primer presidente negro de la historia sudafricana.
"Juntos, de pie, lancemos con voz alta y clara este mensaje: no dejaremos a un puñado de asesinos robarnos nuestra democracia", añadía, mientras se habían desplegado medidas de seguridad sin precedentes por el temor a posibles atentados.
"Con esta cruz (en el boletín de voto), el apartheid dio su último suspiro", titulaba el diario The Star de Johannesburgo.
Mientras tanto, el arzobispo Desmond Tutu resumía el sentimiento nacional: "¡increíble, es como cuando nos enamoramos o como caminar sobre las nubes!".
El tiempo dio la razón a los optimistas. Pero, sólo en parte, porque no existe más el apartheid, pero en un país potencialmente muy rico las desigualdades sociales aún persisten y, a pesar de algunos progresos, éstos se revelan muy lentos.