SLAVIANSK.- Ucrania amplió este domingo su ofensiva militar "antiterrorista" a otras ciudades rebeldes prorrusas, en respuesta a la proliferación de actos de violencia en el este del país, de luto por el dramático incendio de Odesa.
El Primer Ministro ucraniano Arseni Yatseniuk acudirá este domingo a Odesa, donde 42 personas -en su mayoría militantes prorrusos- murieron en un dramático incendio de origen criminal el viernes.
Un día después de la liberación de los observadores de la OSCE, detenidos en Slaviansk, las autoridades ucranianas están decididas a intervenir en otros feudos prorrusos del este.
Tras "la operación de Slaviansk y Kramatorsk (lanzada el viernes por la mañana), llevaremos la fase activa de la operación a otras ciudades" controladas por los separatistas, había advertido el sábado por la noche el secretario del Consejo de Seguridad Nacional y de Defensa, Andrei Parubii.
En Kostiantinivka, 50 km al norte de Donetsk, un puesto de control en manos de los rebeldes hasta el sábado estaba desierto este domingo, y reducido al estado de cenizas humeantes, constató la agencia AFP.
Pero en Lugansk, insurgentes prorrusos asaltaron el sábado por la noche una unidad militar, hiriendo a dos soldados ucranianos, según el ministerio del Interior. El autoproclamado gobernador separatista de esta ciudad, Valeri Bolotov, decretó un toque de queda y la "movilización total de todos los hombres".
En cambio en el feudo rebelde de Slaviansk todo parecía tranquilo el domingo por la mañana, según revelaron habitantes.
La víspera, los observadores de la OSCE retenidos desde hace más de una semana por rebeldes separatistas de Slaviansk fueron liberados, para alivio de los occidentales.
"Imagínense que anoche todavía estábamos en medio de tiroteos (y esta noche) hemos visto de nuevo a nuestras familias, nunca nos lo hubiéramos creído", declaró visiblemente emocionado el coronel alemán Axel Schneider, jefe de la misión, a los numerosos periodistas presentes a su llegada al aeropuerto Tegel de Berlín.
Los observadores permanecieron ocho días en manos de los rebeldes, que rechazaron el término de "rehenes" y los presentaron primero como "prisioneros de guerra" y como "invitados" luego.
"No nos maltrataron, todo fue bien", declaró en Kiev el coronel del Estado Mayor ucraniano Igor Turovski.