CIUDAD DEL VATICANO.- El Papa Francisco emprendrá en los próximos días una importante visita de tres días a Tierra Santa, un viaje intenso y cargado que estará marcado por gestos simbólicos y desafíos diplomáticos.
El conflicto entre Israel y los palestinos, el vandalismo anticristiano en Israel, la guerra en Siria, el peso cada vez mayor del islam en Medio Oriente, las disputas por la propiedad de los lugares santos figuran entre el abanico de problemas que el Santo Padre argentino afrontará durante su breve estancia en esa región.
En su primer viaje a Tierra Santa, del 24 al 26 de mayo, el Papa que llegó del fin del mundo -como el mismo se define-, visitará Ammán (Jordania), Belén (Cisjordania) y Jerusalén, (Israel).
Este recorrido histórico estará dedicado a renovar su pedido de paz entre judíos y palestinos y sobre todo a abogar por el diálogo entre las tres grandes religiones monoteístas: católica, judía y musulmana.
Pese a que el Vaticano califica el viaje de simple "peregrinación", cada etapa de la gira tendrá un impacto político y encara conflictos diferentes y sensibilidades distintas.
El papa pasará el 24 de mayo en Jordania, donde visitará el lugar tradicional del bautismo de Jesús en el río Jordán, después se reunirá en Cisjordania con líderes palestinos y celebrará una misa en Belén. En Jerusalén, orará ante el Santo Sepulcro de Jesús, y recorrerá la Explanada de las Mezquitas, tercer lugar sagrado del islam, y el Muro de los Lamentos, uno de los más sagrados del judaísmo.
Catorce discursos en tres días
El Papa latinoamericano, que pronunciará 14 discursos -todos en italiano-, visitará también dos campos de refugiados sirios y palestinos en Jordania y en Cisjordania, almorzará con familias pobres e irá al Memorial Yad Vashem para rendir homenaje a las víctimas del Holocausto perpetrado por los nazis.
El nuevo jefe de la Iglesia católica, que suele sorprender con sus gestos y palabras innovadoras, viajará acompañado de un líder musulmán y de un rabino, un grupo que representa a las tres grandes religiones monoteístas.
"La presencia durante el viaje de integrantes de las diferentes religiones es significativo", explicó el jueves el portavoz del Vaticano, Federico Lombardi.
El rabino de Buenos Aires, Abraham Skorka y el profesor musulmán Omar Abboud, presidente del Instituto del Diálogo Interreligioso de la capital argentina, "dos amigos" y compatriotas, acompañarán a Francisco en su primer periplo por Tierra Santa para demostrar con hechos que la religión no debe ser un factor de división y de odio.
Con el viaje, Francisco desea conmemorar el 50 aniversario del histórico encuentro entre Pablo VI y el patriarca ortodoxo Atenágoras I de Constantinopla, ocurrido el 5 de enero de 1964 en Jerusalén, una reunión que rescindió la excomunión de 1054 que había provocado el cisma entre las iglesias de Oriente y de Occidente.
El Papa se reunirá en cuatro ocasiones con el patriarca ortodoxo con el que rezará ante el Santo Sepulcro de Jesús, en Jerusalén.
"Un hecho histórico", dijo Lombardi, ya que por primera vez en esa ocasión representantes de las diversas confesiones cristianas, entre ellos greco-ortodoxos, armenios ortodoxos y franciscanos católicos orarán todos juntos y públicamente en ese lugar sagrado para el cristianismo.
"Allí se ha rezado siempre por separado", recordó Lombardi.
Los desafíos políticos
"Atravesará fronteras, visitará tres realidades diferentes. Pedirá a todos que se abran unos a otros, en una región dominada por el rechazo al otro", comentó a la AFP el jesuita David Neuhaus.
"Será difícil que lo acepten todos después de decir tantas verdades", agregó al mencionar los retos de la visita.
Durante su primer viaje como pontífice a esa delicada religión, el latinoamericano Francisco, que proviene de un país con una importante comunidad judía, viajará en helicóptero o en un automóvil normal, sin blindaje, y en algunos casos en un todoterreno descapotable.
En Ammán, primera etapa de su gira papal, será recibido por el rey de Jordania, celebrará una misa en un estadio y se reunirá con 600 discapacitados y refugiados, buena parte de ellos sirios.
El domingo 25 de mayo, en Belén, el papa se reunirá con el presidente de la Autoridad Palestina, Mahmud Abas, y saludará a la muchedumbre de palestinos católicos desplazándose en un jeep desde la sede de la presidencia hasta la plaza del Pesebre para una misa.
El rabino Skorka y el profesor musulmán Abboud acompañarán al papa en la mayoría de los 20 eventos programados, como miembros de la delegación vaticana, algo inédito.
El último día será seguramente el más delicado. Francisco visitará la Explanada de las Mezquitas, la Cúpula de la Roca y el Consejo Supremo Musulmán acompañado por el gran muftí de Jerusalén, Mohamad Husein.
Como sus predecesores, Juan Pablo II (2000) y Benedicto XVI (2009), Francisco dejará un mensaje en las piedras del Muro de los Lamentos.
El programa incluye también una visita al cementerio nacional de Israel donde depositará una corona de flores al fundador del sionismo, Theodor Herzl, un homenaje que ningún papa había hecho hasta ahora.
El viaje concluirá con una misa en el Cenáculo, donde según la tradición se llevó a cabo la Última Cena de Jesús, lugar que alberga también la tumba del rey David y considerado sagrado por los judíos.
El viaje de Francisco será "una piedra angular" para las relaciones entre católicos y judíos, según aseguró a la prensa el embajador de Israel ante la Santa Sede, Zion Evrony, quien elogió las buenas relaciones que Francisco ha mantenido con los judíos desde mucho antes de ser pontífice.
Francisco, de 77 años, que aplazó una visita a una parroquia a Roma prevista para este domingo, pidió que su estadía esté marcada por la sobriedad y la sencillez, sin ceremonias protocolarias ni encuentros mundanos.