NAIROBI (Kenia).- La organización humanitaria Amnistía Internacional (AI) advirtió la creciente ola de violencia política y represión en Burundi, donde milicias juveniles del partido gobernante han lanzado una campaña de acoso a la oposición antes de las elecciones del próximo año.
En un informe reciente, la entidad denunció acciones emprendidas por el gobernante Consejo Nacional para la Defensa de la Democracia-Fuerzas para la Defensa de la Democracia (CNDD-FDD).
"La represión del gobierno sobre la libertad de expresión y de reunión pacífica tiene graves consecuencias para los derechos humanos antes de las elecciones del próximo año", señaló Tom Gibson, investigador de AI en Burundi.
La tensión política se incrementó en esa pequeña nación mientras el actual Presidente, Pierre Nkurunziza, se prepara para postular a un tercer mandato, lo que implicaría una violación de la Constitución burundesa.
El Ejecutivo dictó normas como las leyes de Reuniones Públicas y de Prensa, que restringen las libertades de reunión e información, y prepara el borrador de un proyecto que regulará la actividad de las ONG, según AI.
Al mismo tiempo, las Imbonerakure, agrupaciones juveniles del CNDD-FDD que cuentan con entrenamiento militar, están intimidando, acosando e incluso asesinando a miembros de la oposición política, añadió el organismo.
"Los Imbonerakure tienen lazos estrechos con los servicios de seguridad y han cometido abusos contra los derechos humanos con impunidad. Es muy preocupante", señaló Gibson.
Aunque el Gobierno ha negado estas acusaciones, también ha rechazado una propuesta para crear una comisión de investigación independiente, planteada por el Asesor Especial del Secretario General de las Naciones Unidas para la Prevención del Genocidio.
Las milicias forman parte de los comités de seguridad mixta que el gobierno estableció en todo el país. En ocasiones llegan a imponer su autoridad sobre la Policía y las administraciones locales.
El país fue escenario de genocidios en 1972, cuando se registró una masacre de hutos cometida por el Ejército dominado por los tutsis (las dos etnias dominantes) y el asesinato masivo de tutsis por hutus en 1993.
Ambos grupos protagonizaron el genocidio de 1994 en la vecina Ruanda, donde unas 800.000 personas -según cifras de la ONU- fueron asesinadas, la mayoría de la etnia tutsi, aunque también fueron muertos muchos hutus políticamente moderados.