LONDRES.- Un tribunal de Irlanda del Norte procedió a investigar los abusos sufridos por al menos 130 niños norirlandeses que fueron enviados por la fuerza a Australia en las décadas de 1940 y 1950 por las instituciones religiosas y públicas que los acogían.
Al comienzo del proceso, autorizado por el Gobierno norirlandés de poder compartido, el tribunal recopiló testimonios de víctimas que aseguran que los menores padecieron graves abusos psicológicos, físicos y sexuales tanto en territorio británico como a su llegada a las Antípodas.
Aunque el mandato del tribunal, ubicado en Banbridge y presidido por el juez Anthony Hart, es investigar los abusos cometidos dentro de Irlanda del Norte, el magistrado ha subrayado que las denuncias de delitos cometidos en Australia no caerán en "saco roto" y se remitirán a las autoridades de ese país.
El objetivo de esta investigación sobre Abuso Institucional Histórico es determinar si cometieron abusos las órdenes religiosas y organizaciones estatales de Irlanda del Norte que, al amparo de la política migratoria británica de la época, despacharon a menores a Australia.
Algunas de las víctimas, huérfanos o hijos de madres solteras, han denunciado que sufrieron abusos y vejaciones cuando estaban bajo la tutela de esas instituciones, con castigos como tener que comerse su vómito, ser bañados con desinfectante o tener que llevar en la cabeza la sábana en la que se habían orinado.
Aunque buena parte de los envíos al extranjero de estos niños, algunos de apenas cinco años, se hicieron después de la Segunda Guerra Mundial, el tribunal investigará asimismo posibles abusos cometidos desde la fundación de Irlanda del Norte en 1922 hasta 1995.
La abogada de la investigación, Christine Smith, explicó que el apoyo social a los programas de emigración de menores en el Reino Unido e Irlanda se justificó por el bienestar del niño, tanto físico como moral, y el de la comunidad, si bien también hubo objetivos económicos, a fin de aliviar la presión en esos orfanatos abarrotados.
Más de mil niños británicos fueron enviados a instituciones australianas en los años cuarenta y cincuenta del siglo pasado, principalmente por órdenes religiosas como las católicas Hermanas de la Misericordia y los Hermanos Cristianos.
Aunque algunos de los niños forzados a emigrar eran huérfanos, otros tenían parientes o incluso progenitores -a menudo madres que los concibieron fuera del matrimonio-, de cuya existencia no se les informó para evitar que regresaran en su busca.
Se espera que esta investigación, que examinará también testimonios tomados en Australia, dure unas tres semanas, tras lo cual el tribunal determinará si hubo abusos e infracciones contra los niños, incluida negligencia, en las casas de acogida en territorio de Irlanda del Norte.