Francois Hollande.
ReutersPARÍS.- Las cosas no pueden empeorar más para el presidente francés Francois Hollande: La economía está rezagada; su nuevo gabinete ya está bajo fuego; y su vida privada acaba de ser expuesta en un libro devastador de la ex primera dama.
Sumándose a sus preocupaciones está la posibilidad de que su principal adversario, el conservador Nicolas Sarkozy, lance una campaña política de regreso este fin de semana.
Los acontecimientos han ayudado a arrastrar la popularidad de Hollande a niveles récord a la baja. Tres encuestas publicadas en días recientes muestran que tiene las tasas de aprobación más bajas que cualquier otro presidente francés en tiempos modernos.
Esta semana, su ex pareja Valerie Trierweiler describió a Hollande como un mentiroso mezquino en un libro publicado siete meses después de que su relación terminara, entre reportes de que estaba teniendo una aventura amorosa con la actriz francesa Julie Gayet.
Trierweiler no sólo difundió detalles íntimos de las infidelidades de Hollande, sino que además retrató al líder socialista como alguien que desprecia a los pobres, un grave pecado político para un líder de izquierda que ganó las elecciones 2012 prometiendo justicia social.
Según la ex primera dama, Hollande en una ocasión se refirió despectivamente a los pobres como "desdentados", una referencia a que no pueden pagar cuidado dental.
La expresión escandalizó a muchos y se convirtió inmediatamente en uno de los principales hashtags en Twitter en Francia. Algunos activistas de derecha que se hacen llamar movimiento de los "desdentados" realizaron una pequeña protesta cerca del Palacio del Elíseo la tarde del viernes.
Un visiblemente indignado Hollande se defendió en una conferencia de prensa, insistiendo en que servir a los pobres es su "razón de ser".
Esta nueva tormenta política ocurre apenas días después de que Hollande designó un nuevo gabinete para silenciar a ministros que han criticado abiertamente su política económica, y para enviar una señal a favor de los negocios a la Unión Europea.
Pero con una tasa de desempleo arriba de 10% y sin crecimiento económico, el nuevo gobierno no tenía período de gracia.
Una declaración del nuevo ministro de Economía Emmanuel Macron de que estaría abierto a reconsiderar la semana laboral de 35 horas de Francia ocasionó enorme alboroto entre la izquierda francesa.
Unos días después, el ministro del Trabajo Francois Rebsamen dijo que quería que los servicios de atención a desempleados del país vigilaran mejor a las personas sin empleo, lo que causó estrépito entre los sindicatos.