JERUSALÉN.- Mijael Harari, reconocido espía israelí y principal protagonista de la operación "Cólera de Dios", llevada al cine por Steven Spielberg en la película "Munich", falleció en Tel Aviv a los 87 años.
Harari, pesadilla de los líderes palestinos durante las pasadas décadas de los setenta y ochenta, años de implacable lucha por todo el mundo entre su país y la Organización para la Liberación de Palestina (OLP), murió el domingo en su residencia del burgués barrio de Afeka.
Nacido en Tel Aviv, Mijael Harari ingresó en el aparato de la seguridad israelí a los 16 años, tras mentir a sus superiores sobre su edad.
Rápidamente entró a formar parte de los servicios de inteligencia y fue despachado a Europa para organizar la emigración ilegal de judíos a la entonces Palestina bajo Mandato Británico, según el diario Yediot Aharonot.
Sus primeros pasos después de la creación del Estado de Israel en 1948 los dio en el Servicio General de Seguridad ("Shabak"), cuando el KGB intentó asesinarlo al descubrir él que la URSS había sembrado de aparatos de escuchas en las embajadas israelíes en Europa Oriental.
Traspasado al Mossad en 1954, Harari fue encargado del departamento "Cesarea" de operaciones especiales, a partir del cual creó después la unidad "Kidon", encargada del asesinato de enemigos árabes y que fue puesta a cargo de la operación "Cólera de Dios".
Llevada al cine en 2005 por Spielberg, la operación respondió a una decisión de la entonces primer ministro, Golda Meir, de matar a los responsables palestinos que, directa o indirectamente, habían estado implicados en el atentado de las olimpíadas de Munich de 1972, en la que fueron asesinados 11 atletas israelíes.
El número exacto de dirigentes palestinos que el Mossad mató en ese período se desconoce, pero se sabe al menos de ocho y que la operación siguió, con certeza, hasta por lo menos 1979, y quizás hasta una década más.
Harari, que solía dirigir in situ las actividades de la unidad Kidon, estuvo a punto de ser arrestado en Noruega en 1973 cuando dos de sus agentes mataron por error a un camarero marroquí al que confundieron con el entonces dirigente palestino del grupo Septiembre Negro, Hassan Salameh.
Fue el principal fiasco de la campaña de venganza que había engendrado Golda Meir, y por la que Israel compensó al hijo de la víctima con 400.000 dólares en 1996.
La campaña de asesinatos fue mantenida en el más absoluto secreto hasta mediados de los ochenta y ha sido objeto de tantas críticas como reportajes periodísticos y libros.
"Nunca fuimos asesinos. Hicimos lo que teníamos que hacer para defender al Estado de Israel", dijo Harari en una reciente entrevista con motivo de la publicación este año de su biografía "Ish Hamivtzaim" (El hombre de las operaciones").
El mítico agente también se vio envuelto en otro escándalo internacional cuando en los años ochenta, ya retirado de servicio, su país le pidió mantener relaciones secretas con el entonces presidente panameño Manuel Antonio Noriega.
El ex espía, según distintos medios, llegó a convertirse en su mano derecha y fue acusado de mercenario y narcotraficante, lo que él negaba.