José Ignacio (centro) sufrió un paro cardíaco de casi 45 minutos. Tras ser declarado muerto, su corazón volvió a latir.
AFPMADRID.- En una masiva ceremonia, este sábado fue beatificado el obispo Álvaro del Portillo, el segundo líder más importante del Opus Dei, a quien se comprobó el milagro que le habría permitido continuar con vida a José Ignacio Ureta Wilson, niño chileno que nació en 2003 con tres patologías graves que comprometían su cerebro y el corazón.
El cardenal Angelo Amato fue el encargado de presidir la celebración eucarística en el barrio de Valdebebas, en la que leyó una carta enviada por el Papa Francisco en la que animaba a los fieles a buscar "el camino de la santidad en la sencillez y cotidianidad de la vida" siguiendo el camino de Del Portillo, cuya festividad será el 12 de mayo, día de su primera comunión.
"Los santos nos invitan a introducir en el seno de la Iglesia y de la sociedad el aire puro de la gracia de dios, que renueva la faz de la tierra", dijo el cardenal en el altar, donde se desplegó un gran retrato del nuevo beato.
El proceso de beatificación de Álvaro del Portillo se abrió el 5 de marzo de 2004, diez años después de su muerte. Nueve años, el 5 de julio de 2013, el Papa Francisco firmó el decreto de aprobación del milagro, por el que reconoció su intercesión para que José Ignacio se recuperara.
Esto ocurrió en julio de 2003, cuando diversas crisis comprometieron también sus pulmones, que derivaron en un paro cardíaco que duró casi 45 minutos, durante los cuales sus padres rezaron la oración de la estampa de Álvaro del Portillo.
Pero después de ese rato los médicos redujeron el ritmo de las maniobras porque pensaron que el niño estaba muerto. Inesperadamente y sin ningún tratamiento adicional, el corazón de José Ignacio volvió a latir. Luego de un mes, el niño fue dado de alta.
Hoy, la familia y el propio menor estuvieron presentes en la eucaristía -a la que asistieron más de 200.000 personas, 1.200 sacerdotes, más de 150 obispos y 17 cardenales- y fueron los encargados de portar hasta el altar un pequeño relicario con la sangre del nuevo beato.
El cardenal Amato destacó la fe, esperanza y caridad de Del Portillo, pero sobre todo su "extraordinaria" humildad.
La vida del sucesor de Escrivá de Balaguer, conocido como "Don Álvaro", estuvo estrechamente vinculada a Roma, ciudad en la que vivió durante 50 años y en la que reposan sus restos, pero también a Madrid, donde creció.