EFE
TOKIO.- Los socorristas japoneses, que volvieron este jueves al monte Ontake, temían descubrir nuevos cuerpos y encontrar mal tiempo a media jornada, cinco días después de que la erupción del volcán que dejó al menos 47 muertos.
Más de mil policías, bomberos y soldados participan cada día en las difíciles operaciones en este volcán que culmina a 3.067 metros entre las provincias centrales de Nagano y Gifu.
Después de una interrupción forzosa el martes, las labores se reanudaron el miércoles y aparecieron 11 cuerpos más, hasta un total de 47 desde el sábado, todos identificados salvo uno.
Los socorristas se encaminaron a la cumbre la mañana del jueves, después de una pausa por la noche, pero los meteorólogos prevén lluvia al mediodía, que podría complicar las labores y causar peligrosos corrimientos de tierras.
El balance de la erupción puede empeorar ya que varias personas aseguraban que estaban sin noticias de allegados.
Muchas víctimas murieron alcanzadas por piedras y rocas de hasta un metro de diámetro.
Según el vulcanólogo Takayuki Kaneko, preguntado por el canal Nippon TV, "las piedras parece que volaron a 300 km/h, tenían una potencia aplastante".
Según las imágenes difundidas la mañana del jueves por las televisiones, importantes vapores de ceniza, humos y gases tóxicos seguían saliendo de varias cráteres en la cima del volcán Ontake, un lugar turístico muy apreciado por los senderistas.
La catástrofe del sábado no era previsible según los vulcanólogos. La precedente erupción de gran amplitud se produjo en 1979.