TOKIO.- Una erupción volcánica masiva en la isla de Kyushu, en el suroeste de Japón, podría llegar a causar daños catastróficos en todo el país, según un estudio adelantado hoy por medios locales.
La investigación encabezada por los magmatólogos Yoshiyuki Tatsumi y Keiko Suzuki, de la Universidad de Kobe, plantea que en el peor de los escenarios una gran erupción en esa zona afectaría también gravemente a otros islas como Shikoku e incluso la de Honshu, en la que viven 100 de los 127 millones de habitantes del país.
Un desastre así en Kyushu, que ha sufrido siete de estas super-erupciones en los últimos 120.000 años, podría generar flujos de lava y roca fundida que anegarían en poco tiempo una área de unos 30.000 kilómetros cuadrados con unos 7 millones de habitantes.
La cantidad de ceniza expulsada ahogaría literalmente a Honshu, dañaría en práctica totalidad de sus infraestructuras y convertiría la mayor parte de la isla en "inhabitable", según la investigación.
La posibilidad de que se produzca una gran erupción de este tipo en el próximo siglo es del 1 por ciento.
Se trata de un porcentaje pequeño, pero en un ningún caso desdeñable, recuerda el estudio, que subraya que las probabilidades de que ocurriera en los siguientes 30 años un terremoto como el que en 1995 devastó la ciudad de Kobe (oeste), en el que murieron 6.400 personas, era entonces del 1 por ciento.
La predicción se ha basado en los hallazgos geológicos a partir de la erupción de un gigantesco cráter (la caldera de Aira, cerca de la ciudad de Kagoshima, en Kyushu) de 23 kilómetros de diámetro que tuvo lugar hace 28.000 años.
El estudio, que se publicará íntegro en noviembre, se ha dado a conocer semanas después de que el volcán Ontake sufriera una peor erupción -la peor registrada en Japón en casi 90 años- que causó 57 muertos y seis desaparecidos.
Japón tiene 110 volcanes activos (un 7 por ciento de todos los que hay en el mundo) que pueden erupcionar en cualquier momento.
Actualmente la Agencia Meteorológica de Japón realiza un seguimiento ininterrumpido de 47 de estos volcanes debido a su actividad especialmente intensa.
En 2007, el organismo introdujo un sistema de alerta de cinco grados que, sin embargo, no sirvió para alertar a los senderistas que fallecieron en el Ontake.
Un panel de expertos convocado por el Gobierno nipón ya subrayó el año pasado que los conocimientos acerca de las erupciones a gran escala siguen siendo limitados y que hace falta más trabajo en este campo para mejorar la predicción y establecer protocolos de respuesta.
En este sentido, el estudio insta a desarrollar tecnologías que permitan conocer el estado de los depósitos de magma que hay repartidos a unos pocos kilómetros de profundidad en la corteza terrestre de cara a poder anticipar mejor una de estas grandes explosiones volcánicas.