José Miguel Insulza.
El Mercurio (archivo)
WASHINGTON.- El secretario general de la Organización de los Estados Americanos (OEA), José Miguel Insulza, celebró el "histórico anuncio" hecho hoy por los presidentes de Cuba y Estados Unidos, Raúl Castro y Barack Obama, de la reanudación de relaciones diplomáticas entre Washington y La Habana.
Insulza felicitó al presidente Obama "por haber dado estos históricos pasos, tan necesarios como valientes, para restablecer unas relaciones diplomáticas rotas en 1961".
"Se trata de una decisión de enorme altura de miras por ambas partes, porque este conflicto, que tiene importantes repercusiones negativas para los ciudadanos de ambos países, llevaba demasiado tiempo estancado a nivel político", dijo Insulza a través de un comunicado.
El secretario general consideró que "las medidas anunciadas hoy abren una vía de normalización que ya no tiene vuelta atrás".
Insulza instó al Congreso estadounidense a "adoptar las medidas legislativas necesarias para levantar el embargo en contra de Cuba, que aún permanece en vigor".
"El presidente Obama ha sido claro sobre la necesidad de cambiar una política que durante 50 años no produjo beneficios ni dio resultados, y sólo complicó la vida de millones de ciudadanos. Esperamos que el Congreso también lo entienda así", añadió el nacional, que el próximo año termina su mandato como secretario general de la organización hemisférica.
El jefe de la OEA manifestó su alegría por el intercambio de prisioneros entre Cuba y Estados Unidos anunciado hoy, pues consideró que su encarcelamiento "fue producto de un pasado que no debe volver".
La Habana liberó al subcontratista estadounidense Alan Gross, encarcelado desde hace cinco años en Cuba, y Washington a los cubanos Gerardo Hernández, Ramón Labañino y Antonio Guerrero, en prisión en Estados Unidos por espionaje.
Gross, subcontratista de la agencia de desarrollo estadounidense USAID, fue detenido en diciembre de 2009 en La Habana tras llevar a la isla sofisticados equipos de telecomunicación prohibidos por las autoridades cubanas. Un tribunal lo condenó después a 15 años de cárcel por fomentar "actos contra la integridad" del Estado.