SANTIAGO.- No son un partido político y todavía no tienen una estructura definida. Pero, con puntualidad alemana, se reúnen todas los lunes, principalmente en la ciudad de Dresden, para protestar masivamente contra la llegada de inmigrantes y la supuesta "islamización" de Alemania y occidente.
Se trata de Pegida (Patriotas Europeos contra la Islamización), un movimiento que partió marchando de forma casi anónima, con muy baja adhesión, pero que en sus últimas convocatorias ha reunido a casi a 20 mil personas, mientras sondeos revelan que 1 de cada 3 alemanes comparte alguno de sus postulados.
Esto ha alertado al gobierno de Angela Merkel y a políticos de todos los sectores, incluso a agrupaciones empresariales que advierten los riesgos que podría generar un acoso a los inmigrantes en tiempo en que son y serán claves para la industria de un país que envejece cada vez más. Pero también hay críticos que sostienen que deben tomarse más acciones para aislar a Pegida.
Lutz Bachmann, de 41 años, es el líder más visible de este movimiento. El diario español "El País" señala que "es dueño de una agencia de fotografía y relaciones públicas". Además, de acuerdo a este medio, el dirigente admite en su página de Facebook que ha sido condenado por la justicia alemana a tres años y medio de cárcel, sin embargo, evita detallar los delitos que cometió, donde se incluye el robo con violencia. Tampoco aparece cuándo tuvo la idea de fundar Pegida.
De acuerdo a este perfil, Bachmann considera que la llegada de refugiados musulmanes encierra a Alemania, aunque, asegura, "no soy racista", según declaró al diario Bild.
"No estamos contra el derecho de asilo. Nosotros combatimos a los refugiados económicos", aseguró.
Para defender sus reclamos, explica "Deutsche Welle", En Pegida "no utilizan abiertamente lemas racistas, sino otros, como ‘Sin violencia y unidos contra guerras religiosas en suelo alemán’. La organización ordena a sus miembros no hablar con los medios".
La prensa sostiene que a la primera cita de Pegida, a mediados de octubre, acudieron 200 personas. El lunes 22, más de 17.000 personas, según la policía, se reunieron frente a la ópera de la ciudad para cantar villancicos, un gesto para advertir al mundo que la población de Dresden defiende la fe cristiana.
"La protesta semanal de Dresden ha hecho que el nombre de Bachmann comience a ser maldecido en silencio en los pasillos del mundo político, donde se le ha tachado de peligro público número uno del país. La prensa lo ha etiquetado como un moderno flautista de Hamelin que lleva a su rebaño de seguidores hacia las peligrosas aguas del río Elba, en una metáfora del embaucador que se aprovecha de las almas cándidas para arrastrarlas al vacío", agrega "El País".
Bachmann se considera como un hombre ajeno al establishment político, un activista que calificó a Gregor Gysi, el carismático líder del partido La Izquierda, como un "cerdo de la Stasi", a los Verdes como "terroristas ecológicos" y al partido Socialdemócrata (SPD) como "una tropa de criminales".
No obstante, frente a su discurso descuidado y de gatillo fácil para disparar contra todos, según informes de la inteligencia alemana, "es un hombre inteligente y ambicioso pero que, por su forma de ser, siempre ha fracasado en alcanzar sus metas".
Preocupación en la clase política
La Canciller Merkel ha condenado el movimiento sugiriendo que "en Alemania no debe haber espacio para difamar a los creyentes de cualquier religión". Pero para el ex Canciller socialdemócrata, Gerhard Schröder, no es suficiente con eso y ha instado a Merkel a liderar una respuesta social.
En una entrevista publicada por la revista "Couragiert", Schröder insistió en que el gobierno alemán tiene "una tarea y una obligación" y que los partidos democráticos deben rechazar claramente a Pegida de forma bastante más rotunda que la que hasta ahora exhiben tanto la Unión Cristianodemócrata (CDU) de Merkel como su hermana bávara, la Unión Socialcristiana (CSU), que en opinión del ex canciller hacen "demasiado poco" contra este emergente movimiento xenófobo.
La clase política germana -que para algunos analistas hasta ahora reacciona con lentitud al fenómeno- sigue dividida entre quienes denuncian ese tono xenófobo y ultraderechista de las manifestaciones y quienes consideran que sus preocupaciones no pueden quedar desatendidas y evitan condenar al movimiento.
En medio de estas dudas, se advierte de la posibilidad cierta de que Pegida se continué replicando en otras ciudades alemanas y, de esta forma, aumentando sus adherentes.
"En varias ciudades se formaron grupos en Facebook que siguen el modelo de Pegida, y eso podría albergar un gran potencial. Según estudios, hasta un 25 por ciento de los alemanes son propensos a las ideas del populismo de derecha. Pero, al contrario que en Gran Bretaña y Francia, solo una pequeña parte de la población alemana estaría dispuesta a votar a esos partidos o a salir a la calle a manifestar ideas de ese tipo", señala Deutsche Welle.