EUROPA.- El término "islamófobo" es uno de los más repetidos por estos días en parte de Europa y otros países como Australia.
En Alemania, específicamente, el grupo Patriotas Europeos contra la Islamización de Occidente (Pegida por sus siglas en alemán), se hace llamar islamófobo. Ellos, no sólo han protestado en diversas ciudades germanas, sino que han arrastrando consigo a decenas de miles de manifestantes. Incluso, su discurso está dividiendo a la población. Tanto, que la Canciller Angela Merkel tuvo que referirse a ellos y centrar parte de su discurso de Año Nuevo en el surgimiento de este tipo de grupos. Ahí, los atacó en duros términos acusándolos de tener "prejuicio, frialdad e incluso odio en sus corazones".
Y es que los partidarios de Pegida ven en la constante inmigración a Europa, sobre todo de personas que profesan el islamismo, una amenaza. Los acusan de ocupar los puestos de trabajo de europeos y de transformar su cultura cristiana, al imponer, según reclaman, el Islam.
Pero el drama es mayor, cuando parte de la población germana los apoya. Según una encuesta del diario Die Zeit en su version online, uno de cada dos alemanes siente algún tipo de simpatía hacia Pegida, mientras que sólo un 23% se muestra crítico con el movimiento. El 73%, además, confiesa su preocupación por la posibilidad de que el islam radical se asiente en su país.
Aún así, han habido manifestaciones también en contra del este grupo, como por ejemplo en la ciudad de Dresden, donde partieron estas protestas. Ahí, la semana pasada la automotriz Volkswagen mantuvo su planta a oscuras, mandando así el mensaje de que "apoyan una sociedad abierta, libre y democrática".
Lo mismo ocurrió en Colonia, ciudad que apagó las luces de su histórica Catedral ante la amenaza de manifestantes de Pegida, para transmitir a los simpatizantes de este grupo que están apoyando a extremistas, según dieron cuenta las autoridades locales.
Francia: foco de ataques
El presidente francés Francoise Hollande, reconoció este lunes que su país sufre una crisis de identidad "desde hace tiempo" y que es "grave". Esto, luego de que su gobierno se viera obligado a aumentar sus mecanismos de seguridad tras dos atropellos ocurridos en diciembre que dejaron en total unos 23 heridos. Mientras estos hechos ocurrían, los atacantes vociferaban cánticos árabes y gritaban “Alá es grande”. Así, el mandatario aseguró que "hay que ser lúcido: hay amenazas graves sobre nuestro país".
En todo caso, el debate respecto al islam en Francia no sólo está centrado en estos hechos, el último de ellos ocurrido este miércoles en París al semanario "Charlie Hebdo" que dejó más de una decena de muertos. La discusión también se da en torno al escritor ícono de Francia, Michelle Houellebecq. Y es que este 7 de enero, el novelista lanza su última obra titulada Soumission (Sumisión). En ella, hace un relato de la Francia del futuro, convertida en régimen islámico tras la victoria de un nuevo partido, Fraternidad Musulmana, en las presidenciales de 2022. Houellebecq dice no haber escrito el libro con afán provocativo. "No tomo partido, no defiendo ningún régimen. Deniego toda responsabilidad", declaró a la revista literaria The Paris Review. De todos modos, plasma el debate en Francia: la llegada de muchos musulmanes, la fuerza que –a ojos de muchos- han adquirido estos grupos y por ende, también, la islamofobia.
Otros países en la mira
No sólo en Francia y en Alemania este debate es central. España, también ha entrado al ruedo, luego de que hace pocos días la CIA advirtiera al país ibérico de una amenaza real por parte de los yihhadista del estado islámico.
Y en Australia, aún no olvidan el secuestro de personas dentro de una cafetería en Sidney ocurrido el pasado 15 de diciembre, donde 3 personas murieron en manos de un radical iraní.