BUENOS AIRES.- Una multitud de argentinos se manifiestan este lunes en Buenos Aires y en diversos puntos del país, para protestar por la muerte del fiscal Alberto Nisman, llevando banderas y pancartas con la frase "Yo soy Nisman", parafraseando a los franceses que se manifestaron en París luego del ataque al semanario Charlie Hebdo.
Los hechos ocurren luego de conocerse la noticia del fallecimiento de Nisman durante la madrugada del lunes.
El fiscal se encontraba a pocas horas de revelar ante el Parlamento detalles sobre la denuncia contra la presidenta argentina, Cristina Fernández de Kirchner, por presunto encubrimiento de terroristas, lo que ha conmocionado al país y ha movilizado a la sociedad que reclama la verdad sobre el caso.
"Estoy aquí para pedir justicia por Nisman, para que se llegue a la verdad de lo que sucedió con este hombre", dijo Carolina Arias, una empleada de 31 años, en Plaza de Mayo, frente a la Casa de Gobierno.
Los manifestantes se agruparon en la plaza y al frente de la Catedral de Buenos Aires, portando pancartas que decían "justicia", "Asesinado por investigar" o "Gobierno asesino".
Nisman fue encontrado muerto la noche del domingo al lunes en su departamento del lujoso barrio de Puerto Madero de la Capital con un tiro en la sien.
Según la fiscal del caso, Viviana Fein, los datos preliminares de la autopsia apuntan a un suicidio, pero los manifestantes estaban lejos de creer en su palabra.
"A Nisman lo mandó matar el gobierno. Quieren impunidad, pero nosotros no tenemos miedo. No querían que develara las pruebas que tenía contra el gobierno por encubrir a Irán", dijo Leticia Lapalura (55), comerciante.
Según había anticipado el fiscal, la mandataria y el canciller Héctor Timerman, habían firmado un convenio con Irán para encubrir a funcionarios de ese país, acusados de ser autores ideológicos del atentado que dejó 85 muertos en 1994 en Buenos Aires.
"Estamos cansados de todos estos acontecimientos y de la impunidad de la Presidenta y los ladrones que la rodean", sostuvo de su lado Francisco Domínguez, un comerciante de 68 años.
Simultáneamente, vecinos realizaron cacerolazos en distintos barrios capitalinos, incluso frente a la residencia presidencial de Olivos, mientras se escuchaba el ruidoso sonido de los claxons de los autos que pasaban por el lugar.