Shinzo Abe, primer ministro japonés.
EFE / ArchivoTOKIO.- El gobierno japonés se encuentra sometido a una fuerte presión debido a la amenaza de ISIS de ejecutar a los dos rehenes japoneses. Menos de 30 horas quedan para que expire el plazo impuesto por los yihadistas.
El primer ministro Shinzo Abe preside una célula de crisis que tiene un puesto avanzado en Jordania, donde se encuentra un viceministro de exteriores, Yasuhide Nakayama, que por la noche mantuvo una larga conversación con Abe. Antes visitó al rey Abdalá II, que le habría dicho que "la situación está difícil" al tiempo que le aseguraba su "plena cooperación en todos los planos".
El ministro iraní de Exteriores, Mohammad Javad Zarif, recibió el miércoles una llamada de su homólogo japonés, Fumio Kishida, al que brindó su apoyo, ya que el caso de los rehenes también representa "una amenaza para Oriente Medio y la comunidad internacional".
Abe y Kishida también han contactado a numerosos dirigentes extranjeros (Turquía, Francia, Italia, Estados Unidos, Gran Bretaña, etc.) para pedirles su apoyo, sobre todo en materia de información, para intentar salvar a los japoneses Haruna Yukawa y Kenji Goto, secuestrados por los yihadistas.
Un vídeo subido el martes por ISIS amenazaba con matar a los dos rehenes si no recibía 200 millones de dólares en un plazo de 72 horas. Abe, que en ese momento se encontraba en Oriente Medio, donde ofrecía ayuda a las poblaciones víctimas de los avances de ISIS en Siria e Irak, juró que "no cederá ante el terrorismo".
El ultimátum expira "a las 14:50 horas del viernes" (02:50 horas en Chile), indicó el miércoles el portavoz del gobierno nipón, Yoshihide Suga.
En un vídeo realizado en octubre pasado, antes de entrar en la zona controlada por ISIS, el periodista japonés secuestrado Kenji Goto, explicaba que iba en busca de Haruna Yukawa, jefe de una empresa de seguridad capturado en agosto, según imágenes subidas en internet.
"Si me sucede algo, la responsabilidad me incumbirá totalmente", insistía. Un guía de Goto, que declaró el miércoles a televisiones japonesas, tenía la misión de contactar con la familia del periodista si pasaba más de una semana sin dar noticias, tal como sucedió.
La esposa del periodista independiente, un hombre de unos 40 años acostumbrado a los terrenos hostiles, había recibido en noviembre un correo electrónico de un supuesto miembro de ISIS que exigía el pago de un rescate.