El cofundador del movimiento, Lutz Bachmann, renunció a la dirigencia de la agrupación tras conocerse unas fotos donde posaba como Adolf Hitler.
EFEBERLÍN.- ¿Qué fue del movimiento alemán anti musulmanes Pegida? Después de saltar a primera línea el año pasado con marchas semanales que al principio atrajeron a cientos, y después a decenas de miles de personas, el grupo parece haber perdido impulso.
Hace un mes, 25.000 personas desfilaron por la ciudad oriental de Dresde con carteles que decían "detened el multiculturalismo" y "el Islam no encaja en Alemania". La protesta del lunes contra lo que los asistentes consideran la "islamización de Occidente" atrajo a menos de 4.000 personas, según la policía.
El descenso puede explicarse en parte por la caída en desgracia de Lutz Bachmann, cofundador del movimiento y que renunció a su papel después de que se divulgaran mensajes en medios sociales en los que insultaba a extranjeros y posaba como Adolf Hitler, un escándalo que causó una fractura en el grupo.
Pero los expertos señalaron que los partidarios de Pegida también podrían haberse amedrentado por las críticas generalizadas que han recibido de medios, iglesias y políticos alemanes, incluyendo a la canciller Angela Merkel, lo que apuntaría a que las bajas cifras de asistencia no suponen necesariamente que el movimiento se haya desvanecido.
"El peligro es que los simpatizantes se retirarán más de la política tradicional y esperarán la oportunidad de utilizar unas elecciones para expresar su verdadera opinión", señaló Werner J. Patzelt, politólogo de la Universidad Técnica de Dresde. Los asuntos latentes que hicieron que los alemanes acudieran a los desfiles de los lunes de Pegida, señaló, y aún más a su página de Facebook, no han desaparecido.
Uno de los pocos partidos políticos que apoya a Pegida es Alternativa por Alemania, que logró escaños en las cámaras estatales de las regiones orientales de Brandeburgo, Turingia y Sajonia el año pasado.
El domingo, esta fuerza menor de la política alemana entró en su primera cámara en el oeste del país, logrando el 6,1 por ciento de los votos. El partido, conocido como AfD, ha fomentado una imagen conservadora en asuntos sociales, pidiendo mano dura contra el crimen y la inmigración.
El partido atrae a los votantes que se sienten abandonados por el bloque democristiano de centroderecha que lidera Merkel, y que ha ido relajando su postura en cuestiones como la doble ciudadanía para los inmigrantes y la adopción por parte de homosexuales.
Los que temen mostrar su apoyo en público a Pegida podrían simplemente votar a AfD, dijo Patzelt. "Podrían establecerse como un partido a la derecha de los democristianos", señaló. "Y eso cambiaría de forma significativa el juego político nacional".
Los críticos de PEGIDA señalan que su oposición abierta a la inmigración ha tenido otro efecto alarmante: en los tres meses de octubre a diciembre, cuando las protestas se doblaban en número cada semana, se produjeron el doble de ataques de extrema derecha contra refugiados y residencias de solicitantes de asilo político que en los trimestres anteriores.
"Es obvio que los neonazis se sienten animados a pintar esvásticas y provocar incendios por el ánimo que han creado los ciudadanos airados", señaló la legisladora del partido izquierda Ulla Jelpke.
Aunque Alemania necesita a la inmigración para compensar el descenso en su fuerza de trabajo, pocos de los que piden asilo llegan con las habilidades necesarias o la herencia cultural para integrarse sin problemas en la sociedad alemana, especialmente en el este, donde el temor a los musulmanes es especialmente fuerte.
"El problema no es la inmigración en sí, sino la falta de voluntad política para dirigir esta inmigración y traer integración", señaló Patzelt.