BRASILIA.- La Presidenta de Brasil, Dilma Rousseff, echó hoy al pasado gobierno de Fernando Henrique Cardoso (1995-2002) la culpa del sonado escándalo de corrupción en la petrolera estatal Petrobras, que sacude actualmente el país sudamericano.
En su primer contacto con la prensa desde diciembre pasado, la Mandataria recordó que uno de los implicados en el escándalo -el ex gerente de Petrobras Pedro Barusco- admitió que desde 1997 recibía sobornos de empresas privadas que tenían contratos con la petrolera.
"Si en 1996 y 1997 se hubiese investigado y castigado (la irregularidad), nosotros no tendríamos el caso de este funcionario que permaneció por casi 20 años practicando actos de corrupción. La impunidad transporta el agua que mueve el molino de la corrupción", sostuvo Rousseff.
Según Rousseff, actualmente los casos de corrupción son investigados en forma independiente por la policía federal y por el Ministerio Público: "Lo que hay hoy en Brasil (en el caso de Petrobras) es un proceso de investigación que nunca hubo antes".
Al mismo tiempo, la presidenta brasileña abogó por que las investigaciones sobre los nexos de grandes empresas brasileñas con el esquema de corrupción no perjudiquen a las obras encargadas a esas constructoras.
"Es necesario generar empleo y renta en Brasil. Ello no significa de ninguna manera ser cómplice ni impedir cualquier investigación o cualquier castigo", argumentó.
La crisis en la más importante empresa de Brasil estalló en marzo del año pasado, cuando la policía federal arrestó al ex director de Abastecimiento de Petrobras, Paulo Roberto Costa, en el marco de un operativo para desarticular una red de evasión de divisas y lavado de dinero supuestamente comandada por el cambista Alberto Yousseff.
Costa firmó con el Ministerio Público un acuerdo de delación premiada para reducir su condena, y reveló la existencia de una red de corrupción en Petrobras que operó entre 2004 y 2012 y que desvió dinero de contratos de la petrolera para pagar sobornos y para financiar grupos políticos, entre ellos el Partido de los Trabajadores (PT) de Rousseff.
Según la Policía Federal, a lo largo de los ocho años de operación el esquema de corrupción movió alrededor de 10.000 millones de reales (unos 3.500 millones de dólares, al cambio actual), y benefició a numerosos políticos, cuyos nombres serán divulgados en breve por el Ministerio Público.
El escándalo hizo desplomarse el valor de las acciones de Petrobras -que anunció que reducirá de de 16.600 millones de dólares a 12.200 millones de dólares el monto de inversiones a realizar en 2015- y a comienzos de este mes llevó a la renuncia de la presidenta de la empresa, Maria das Gra‡as Foster, y de otros cinco directores.
Además, dos agencias calificadoras de riesgo -Moody's y Fitch- anunciaron en los últimos días un recorte en la nota de riesgo de la principal empresa brasileña, que todavía no pudo entregar al mercado el balance de 2014, que tendrá que incluir las pérdidas generadas por la corrupción y debe ser aprobado por una auditoría independiente de la empresa PriceWaterhouse Coopers (PwC).