SAO PAULO.- El vicepresidente de la constructora Camargo Correa, Eduardo Leite, confesó a la Fiscalía que la compañía pagó 110 millones de reales (USD 36,1 millones) en sobornos a directivos de Petrobras, inmersa en el mayor escándalo de corrupción de la historia de Brasil, según publicó este sábado la prensa local.
Las coimas que relató Leite, que colabora con la justicia a cambio de una reducción de su futura condena, se extendieron entre 2007 y 2012.
La constructora Camargo Correa es una de las empresas que supuestamente sobornaba a directivos de Petrobras para poder manipular licitaciones y cobrar sobreprecios en las obras. Así generaban un flujo de dinero negro que enriquecía a quienes formaban parte de la confabulación y financiaba a agrupaciones políticas.
Para Leite, camuflar el valor de los sobornos en los contratos de Petrobras era "muy fácil", ya que los presupuestos se elaboraban con poco rigor y la estatal aceptaba una variación de hasta el 20% por encima de lo estipulado para la realización de las obras, según su declaración a la Fiscalía recogida por el sitio G1.
De esta manera, el 1% que Camargo Correa dedicaba al pago de las coimas pasaba fácilmente inadvertido en las cuentas.
Tanto Leite como el presidente de la constructora, Dalton Avancini, estuvieron presos desde noviembre hasta finales de marzo, cuando firmaron sus acuerdos de colaboración con la justicia y se les permitió continuar el arresto en sus domicilios.
Este cartel de empresas, en el que participaron las principales constructoras del país como Odebrecht, Andrade Gutiérrez y la propia Camargo Correa, está siendo investigado por la policía en la Operación Lava Jato (lava autos), que estalló en marzo de 2014.
Las autoridades estiman que esta escandalosa maquinaria para estafar a la petrolera estatal habría movido unos 4.000 millones de dólares en la última década.
La magnitud del escándalo, que involucra a senadores, diputados y gobernadores, ha sacudido institucional y políticamente a Brasil.
El pasado domingo casi 700.000 brasileños indignados por la corrupción en Petrobras se manifestaron contra el gobierno de la presidenta Dilma Rousseff en 208 ciudades.
Un mes atrás, una protesta similar llegó a reunir dos millones de personas en las calles del país, según cálculos de la policía.