ZUARA.- Con un único barco "que a menudo se estropea" y un vehículo, los guardacostas libios se sienten faltos de medios en Zuara, uno de los principales puertos de Libia desde el que los migrantes zarpan para intentar alcanzar Europa.
"Sólo contamos con un barco heredado del antiguo régimen, que a menudo se estropea, para vigilar toda la costa de Zuara", de unos 77 kilómetros, lamenta Anuar al Atushi, responsable de los guardacostas de esta localidad del oeste libio situada a 60 kilómetros de la frontera con Túnez.
Atushi muestra una embarcación gris, con capacidad para diez personas, que se encuentra amarrada en el puerto al lado de pequeños pesqueros.
"Cuando el número de migrantes es importante, pedimos la autorización a sus propietarios para poder utilizarlos", explica Atushi.
Sin embargo, también necesitan efectivos humanos, ya que "sólo 15 guardacostas trabajan, por sus propios medios, para socorrer a los migrantes en el mar y llevarlos al puerto antes de ponerlos a disposición de los servicios de seguridad".
En Zuara, como en otros puntos a lo largo de los 1.770 kilómetros de las costas libias, la salida de migrantes de manera irregular rumbo a Europa se ha intensificado desde que el país se sumió en el caos, con un conflicto mortífero y dos gobiernos disputándose el poder.
Estas costas se encuentran a poco más de 300 kilómetros de la isla italiana de Lampedusa, donde miles de migrantes procedentes de África, Siria u otras zonas en conflicto desembarcan si logran atravesar el Mediterráneo.
El gobierno con sede en Trípoli, que la comunidad internacional no reconoce, intentó recientemente demostrar que era capaz de hacer frente a esta afluencia de migrantes y, en este sentido, organizó una visita de periodistas a los centros de detención que albergan unas 7.000 personas arrestadas cuando intentaban zarpar.
'Nuestros medios son muy rudimentarios'
Las autoridades de Trípoli subrayan, sin embargo, su falta de medios, máxime cuando más de 110.000 migrantes pasaron en 2014 por Libia, según Naciones Unidas.
"Utilizamos dos embarcaciones y pequeñas zódiacs, que nosotros mismos mejoramos en función de las necesidades de nuestras operaciones contra la emigración clandestina", explica Rida Isa, responsable de los guardacostas en la región Centro. "Necesitaríamos al menos 10 barcos equipados" para ser realmente eficaces, añade.
Además, las operaciones ya no pueden limitarse al ámbito marítimo.
La ciudad de Zuara se encuentra próxima a las regiones que registran combates diarios entre las milicias Fajr Libya, que controlan Trípoli y la mayor parte del oeste del país, y las fuerzas del gobierno reconocido por la comunidad internacional, cuya sede se trasladó al este del país.
"Nuestra misión principal es proteger la ciudad de todas las amenazas a su seguridad", afirma Mohamed Salem, un oficial de los servicios de seguridad de Zuara.
"No tenemos nada para luchar contra la migración clandestina. Nos faltan centros de retención, presupuesto... En ocasiones, ponemos dinero de nuestro propio bolsillo para alimentar a los migrantes que detenemos", añade.
Para Salem, este reto sobrepasa Libia, al constatar que su país "se encontró de repente frente a un problema que las potencias europeas no pudieron resolver".
En Zuara, "disponemos de un único vehículo para los desplazamientos, las detenciones y la vigilancia", precisa en la sede de los servicios de seguridad.
"Nuestros medios son muy rudimentarios y el gobierno no da nada", cuando "necesitaríamos vehículos todoterreno, barcos, aviones y estructuras para acoger a quienes detenemos, así como armas para hacer frente a los traficantes de seres humanos (...), material para vigilar las comunicaciones y dispositivos de visión nocturna", detalla.
La Unión Europea anunció recientemente una mayor movilización de medios marítimos en el Mediterráneo. Sin embargo, para Salem, "aunque todos los países de la UE desplegaran todos sus barcos, no conseguirían detener la emigración ilegal hacia sus costas".
Entre enero y abril de 2015, las costas italianas han registrado la llegada de 25.000 migrantes irregulares por vía marítima, como en 2014, pero el número de muertos y desaparecidos pasó de 96 a 1.780, según la Organización Internacional para las Migraciones (OIM).