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Perú apuesta por los biocombustibles, pero faltan tierras cultivables

El gobierno de Alan García pretende cultivar 200.000 hectáreas con canola -materia prima del biodiesel-, superficie que los especialistas no saben de dónde saldrá.

25 de Febrero de 2007 | 12:12 | EFE

LIMA.- El Gobierno peruano ha apostado fuerte a la producción de biocombustibles como alternativa al petróleo y la gasolina, y para ello cuenta con una enorme riqueza natural, pero adolece de campos de cultivo suficientes.


Perú dispone de 50 especies de oleaginosas en su territorio selvático que pueden ser utilizadas para la producción de biodiesel, mientras que la desértica costa peruana puede producir caña de azúcar, el insumo del etanol, prácticamente todo el año.


Sin embargo, los expertos se preguntan de dónde saldrán las 200.000 hectáreas que el Ejecutivo incentiva a cultivar con canola, materia prima del biodiesel, o las cerca de 100.000 hectáreas que se necesitarían para atender la demanda nacional de etanol.


El gerente general de la Asociación Peruana de Productores de Azúcar y Biocombustibles, Freddy Flores, considera que el desarrollo de una industria del etanol requiere de tierras que tengan aptitud para el cultivo de caña y de variedades mejoradas del insumo.


Mencionó que empresas extranjeras, como la estadounidense Maple que tiene 10.000 hectáreas en Piura, han ingresado al norte peruano para cultivar caña en tierras desérticas y, por lo tanto, su proyecto tardará varios años en producir.


Por su parte, el director de la Planta Piloto de Producción de Biodiesel de la Universidad Nacional Agraria La Molina, José Calle, alertó que "hay que tener cuidado de que la producción del biodiesel no compita con las áreas agrícolas" destinadas al consumo alimenticio.


"No compartimos mucho el entusiasmo del gobierno de producir 200.000 hectáreas de canola en cinco años", anotó Calle.


El también decano de la Facultad de Ingeniería Agrícola de esa universidad cree que la idea del Presidente peruano, Alan García, no es mala, pero "el problema es de dónde van a sacar tanta área y con tanta agua".


El ministro de Energía y Minas, Juan Valdivia, explicó esta semana que el gobierno está a la espera de una norma que precise los probables cambios en el porcentaje de mezcla de los biocombustibles para "definir las áreas de cultivo" que serán necesarias.


Valdivia aclaró que la producción de etanol será destinada a la exportación, porque en Perú se usa en mayor volumen el diesel.


En el caso del biodiesel se necesitan cultivos de oleaginosas que crecen en tierras planas las cuales están utilizadas en la sierra, con mayor acceso a la irrigación de lluvias y ríos, a productos de consumo humano.


Aunque Calle reconoció que el etanol es más eficiente que el biodiesel en rendimiento por hectárea cultivada, subrayó que el segundo puede ser producido a menor escala y de forma más rústica.


Explicó que el biodiesel puede ser producido con el aceite desechado en las cocinas de cualquier hogar y también en las alejadas comunidades de la selva peruana que tienen acceso al pijuayo o a la palma aceitera nativa, dos de las especies más conocidas.


Ante la crisis energética mundial por el alto precio del petróleo y el agravamiento de la contaminación atmosférica, la atención de los especialistas y de los gobiernos se ha dirigido a la naturaleza para buscar un reemplazo a los combustibles.


En Perú, la ley de promoción del mercado de biocombustibles vio la luz en 2005 pero no incluyó los incentivos tributarios que la empresa privada demanda para su producción industrial, según el gerente general de la Asociación Peruana de Productores de Azúcar y Biocombustibles, Freddy Flores.


La norma especificó que las gasolinas deben contener un 7,8 por ciento de etanol, mientras que el diesel o petróleo que se vende en Perú deberá tener un 5,0 por ciento de biodiesel.


El parque automotor peruano, con una antigüedad de 10 años en su mayoría, demandó 305 millones de galones de gasolina en 2005 y necesitaría unos 24 millones de galones de etanol al año.


El reto peruano es ampliar la frontera agrícola, de manera que la producción energética no haga retroceder a la alimenticia y además no amenace a la frágil selva amazónica, que representa más de la mitad del territorio total.

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