SANTIAGO.- Cuando recibió la noticia de que su texto iba a ser publicado, al unísono sus palabras se entrecortaron, fenónemo que se mantiene hasta el día de hoy y ya han transcurrido cerca de cuatro meses.
Fue la primera consecuencia en la vida de Gonzalo Maier, joven que espera el 2001 estudiar Periodismo o Pedagogía, y mientras tanto "limpia" añejos cuentos y una novela para una próxima edición, puesto que su "ópera prima" llamada "El destello" lo dejó disconforme.
"Igual quedé un poco arrepentido con lo que escribí, no estoy conforme con la estructura narrativa, hay pobreza de lenguaje, personajes no muy bien desarrollados, mal pulidos, prácticamente todo malo... lo único es que la edición quedó relinda. Voy a esperar un tiempo y enviaré otro trabajo", sostiene este novel autor.
De todos modos lo enviaste y se publicó, ¿cómo surgió la historia de ese personaje denominado "el diablo"?
"La idea nació de dos cuentos: uno del diablo y otro de dos pintores, en que uno mataba al otro. Estos son del año 96, 97, y pensé un día que podían juntarse, algo calzaba no sé porqué, se complementaban, se potenciaban aunque suene pretencioso".
Las desventuras del protagonista son, algunas veces, muy fuertes, ¿qué tanto hay de biográfico a tus 19 años?
"Nada o algo, no creo que sea una historia de viejos o adultos, son vivencias súper universales, de un cabrito de ocho años o de otro, ya casado, no sé... en todo caso, todos los personajes, lo que uno escribe, mal que mal, tiene una raíz personal, en las vivencias por lo menos que uno hay visto".
Hay un énfasis en la plástica, tu relación con la pintura, al parecer, es clave...
"Es increíble, pero hasta hace un año y medio todos mis personajes en mis cuentos eran pintores. Me encanta la pintura, visito museos, creo que, a veces, me gusta mucho más que la literatura".
Concepto que se ve reflejado en varios pasajes de "El destello", con enorme conocimiento de corrientes pictóricas y de personalidades. Lo otro destacable es el lenguaje directo del narrador a la hora de hablar de desventuras y alejamientos amorosos, roces sangrantes con la cocaína y la violencia.
"Tenía miedo que la novela resultara un asunto de moraleja, sermonesco, que un
pendejo de 19 años diera clase. Más que sacar conclusiones, la idea es mostrar algo de la sociedad, un espectro, y no de la juventud en exclusiva que, de repente, es más ingenua de lo que uno cree. Por suerte en LOM no quitaron nada del lenguaje del protagonista, ellos respetan eso", concluye este viñamarino.
Crítica de libro El destello