MADRID.- Los libros de historia reservan un papel importante a las mujeres en lo que respecta a la expansión de la alfabetización y la lectura en el siglo 18, pues al ganar momentos de ocio las amas de casa se convirtieron en grandes lectoras.
A comienzos del 21, y aunque la mujer realiza tantas tareas fuera de casa como el hombre sin haber abandonado gran parte de las hogareñas, en el país líder del mercado editorial del mundo hispano, España, las mujeres constituyen el 70 por ciento de quienes compran libros -según un estudio del Grupo Planeta del año pasado- y son quienes más leen.
Pero además, en el 25 aniversario del establecimiento del Día Internacional de la Mujer este 8 de marzo, las mujeres se han convertido en una pieza fundamental del mundo de las editoriales. Quizás no estén en la cima de los grupos, pero gestionan gran parte de lo que se publica, y hay quien vaticina la extinción de los agentes literarios hombres.
No por nada en la última Feria del Libro de Francfort, el escritor cubano Eliseo Alberto hacía futurismo con ironía y preveía que dentro de unos años la feria se convertirá en el gran encuentro de Bertelsmann -el coloso editorial alemán que posee además empresas en todo el mundo- y las agentes literarias, cada vez más y más poderosas.
Por si esto fuera poco, no hay duda de que las escritoras además se han puesto de moda ¿Pero esto es al final bueno o malo? Las autoras, como las mujeres en general, se han pasado un siglo luchando por la igualdad, y desde hace veinte años rebaten una y otra vez que pueda hablarse de la "literatura femenina" como si se tratara de un compartimento estanco separado de todo lo demás.
Hay algunas que piensan que puede utilizarse el término de "literatura femenina" pero entendido como una forma de expresión diferente a la tradicional, y otras que lo rechazan por sus connotaciones en general peyorativas y porque, afirman, la literatura es simplemente buena o mala.
Como lo resumió en una entrevista la autora Rosa Regás, "nadie diría que Faulkner hacía literatura de viejos" ¿Entonces por qué pensar en el sexo sólo si se trata de una mujer?
Las estrategias de mercado dicen sin embargo que eso es buen negocio. Las editoriales buscan escritoras y afirman que venden bien. Sin embargo, la española Laura Freixas desmontó en su ensayo "Literatura y mujeres" la imagen de que las únicas que publican son ellas, o que son las que más venden.
Las escritoras constituyen sólo un 20 por ciento del total publicado por las editoriales, y tampoco copan las listas de los más leídos, que siguen en manos de hombres.
Para Freixas, las mujeres están "sobrevaloradas por el mercado e infravaloradas en el nivel culto", y pone el acento en la poca presencia femenina en la Real Academia Española y el bajo índice de las que han sido galardonadas con premios institucionales.
Junto con la entrada de la mujer en el mundo laboral y en las empresas editoriales, la liberación de los antiguos roles impuestos también permitió la entrada de nuevos temas y estilos que van más allá de los supuestos "intereses femeninos" clásicos. Y que han logrado enriquecer la visión del mundo con nuevas temáticas, sensaciones y situaciones.
Así hay escritoras de thrillers e historias violentas tanto como de sensibilidad e historias cotidianas. Pero la argentina Angélica Gorodischer hace una distinción: "Ahora bien, hay también una literatura escrita por mujeres que yo pienso que no es totalmente literatura femenina porque es una literatura que se monta sobre esta ola de las mujeres que escribimos y produce una literatura light con un feminismo llorón y eso tiene un éxito inconmensurable. Yo creo que esa literatura es mala".
Por eso, mientras avanzan en el mundo editorial y poco a poco también en el espacio literario reconocido, la discusión pasa más por una literatura que es de compromiso con las mujeres más que "femenina".
"Yo no escribo para mujeres, simplemente me importan las historias, los asuntos, las luchas de las mujeres. Una buena parte de la vida los escritores han escrito sobre hombres y nadie les ha preguntado por qué su texto tiene como tema central a un hombre", lo resume la mexicana Angeles Mastretta.