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Veinte años después, Bob Marley sigue nutriendo a la música

Robert Nesta Marley, de madre jamaiquina y padre inglés, criado en Trench Town, un suburbio marginal de Kingston, fue quien le imprimió al reggae su mensaje de pacifismo y de igualdad social, y se convirtió a la vez en su figura emblemática.

09 de Mayo de 2001 | 10:40 | DPA
MADRID.- Pocos artistas tuvieron una influencia tan decisiva en la música actual como Bob Marley, el carismático jamaiquino artífice de la difusión en el mundo entero de un ritmo distinto a todo lo conocido hasta entonces: el reggae.

Aquél ritmo sincopado de melodías sensuales y cadenciosas surgido en los 60 y 70 tuvo su origen en viejas danzas jamaiquinas, sobre todo en el ska, mezcladas con música pop estadounidense negra, básicamente el rhythm & blues y el soul.

El ritmo del ska se fue haciendo cada vez más lento, y los tiempos débiles cada vez más marcados, hasta que la potente presencia del bajo se convirtió en la seña de identidad inconfundible del género que nacía.

Sin embargo, aquel sonido nuevo, surgido en una isla que había sido centro del tráfico de esclavos hacia América del Sur en el siglo XVIII, podría haber pasado inadvertido sin Marley.

Robert Nesta Marley, de madre jamaiquina y padre inglés, criado en Trench Town, un suburbio marginal de Kingston, fue quien le imprimió al reggae su mensaje de pacifismo y de igualdad social, y se convirtió a la vez en su figura emblemática.

Marley empezó a tocar en los sesenta con Bunny Livingston (Bunny Wailer) y Peter McIntosh (Peter Tosh), con quienes luego formaría Los Wailers.

En 1975 entró en las listas estadounidenses y europeas, y no paró hasta convertirse en leyenda, a lo que contribuyó en parte el hecho de que muriera joven, el 11 de mayo de 1981 a los 36 años, víctima de un cáncer.

Desde sus letras, Marley denunciaba la pobreza, la injusticia, la violencia, la discriminación, a las que oponía el pacifismo y la no violencia. "Emancípense de la esclavitud mental, nadie más que nosotros puede liberar nuestras mentes", señala en una de sus frases más conocidas.

No hay tema actual que no haya tocado en sus canciones: la proliferación nuclear, las crisis financieras, la ecología, el hambre, el lugar del hombre dentro del mundo dominado por la tecnología.

Marley se convirtió al rastafarismo en 1966 y desde entonces vivió de acuerdo a sus principios, haciendo del reggae la música de Jah, el dios rasta, siguiendo un estricto régimen de comida y fumando marihuana.

El rastafarismo era una religión nueva, surgida de la intensa espiritualidad de Jamaica y la confluencia de cultos africanos, indios y protestantes.

El culto rastafari adoraba a Etiopía como la tierra prometida a la que algún día iban a volver todos los negros para vivir en libertad, y rechazaba los valores decadentes de Occidente (Babilonia).

La nueva religión insufló en la población negra de Jamaica una nueva conciencia de sí misma, y desembocó en un movimiento político del que Marley fue portavoz. "Mi objetivo es aportar algo nuevo a la gente. Lo demás no me importa. Si lo consigo, es porque estoy luchando por la verdad".

A partir de Marley, el reggae se difundió entre los jamaiquinos de Gran Bretaña, y a fines de los 70, la estructura básica del reggae fue adoptada por el movimiento new wave, marcando la forma de tocar de muchos grupos como The Police o The Clash.

La influencia de la música jamaiquina no se limitó a una cuestión rítmica ni melódica, sino que anticipó la música de hoy por el extravagante método de grabación conocido como "dub", que implicaba el uso de la consola como instrumento en la mezcla de un tema. Son inimaginables el hip hop, el trip hop, el rap, el drum'n bass o el tecno sin esa técnica.

Pero más allá de eso, veinte años después de su muerte, la estética de las rastas ("dreadlocks") y los colores rojo, amarillo y verde continúa viva, al tiempo que canciones como "Get up, stand up" y "Redemption song", entre muchas otras, conservan la categoría de himnos generación tras generación.
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