SANTIAGO.-Dicen que
Balada de la cárcel de Reading figura entre las obras cumbres de la lírica inglesa, junto con
La belle dame sans merci, de Keat, y
El viejo marinero, de Coleridge.
El texto, de fines del siglo 19, surge de la experiencia de Oscar Wilde (Dublín 1854-París 1900) de sufrir el encierro involuntario por dos años, al ser acusado de conductas "indecentes" por las sospechas del marqués de Queensberry de que el escritor irlandés había mantenido relaciones homosexuales con su hijo, Lord Alfred Douglas.
Las penas y horrores de esa vivencia tras las rejas, acicatearon en el autor de
La importancia de llamarse Ernesto y
El retrato de Dorian Gray escribir lo que pasaba al interior del sistema carcelario.
Todo se gatilla en el drama que vivió de Charles Thomas Wooldridge, un condenado a la horca en la misma cárcel por matar a su esposa que amaba. A través de ese personaje, Wilde devela la terrible vida en prisión, en condiciones inhumanas y define, poéticamente, a la justicia como una máquina sin corazón que destruye todo lo que toca.
Escribió:
Todos los hombres matan lo que aman: con mirada de odio matan unos,/ otros con frases engañosas matan,/ el cobarde lo hace con un beso,/ el bravo con la espada.
De los versos de este libro, publicado por LOM, se desprende la fuerte crítica del irlandés al sistema penitenciario, donde la "brutalidad y el salvajismo por parte de los guardianes están a la orden del día".
En 1887, Oscar Wilde salió de prisión, arruinado material y espiritualmente; se instaló en Francia, con el nombre falso de Sebastián Melmoth. Y un 30 de noviembre falleció en París, pobre y enfermo de meningitis.