LEIPZIG.- El compositor Wolfgang Amadeus Mozart murió de triquinosis, según dedujo el médico norteamericano Jan V. Hirschmann de una carta escrita por el músico a su esposa Constanze, en la que le cuenta que comió una chuleta de cerdo.
Más aún, afirmó recientemente el investigador de Seattle, todas las descripciones de los síntomas de su muerte coinciden con las de una triquinosis, enfermedad muy difundida en ese tiempo.
"Con el material en que se basa, Hirschmann no puede probar lo que afirma", sostiene el profesor Ludewig, de 78 años, fundador del Instituto de Farmacología Clínica de la Universidad de Leipzig.
A ello se agrega que, "a diferencia de Beethoven, no existe un informe de autopsia de Mozart. Ni siquiera podría ser exhumado, pues se desconoce el lugar en que reposan sus restos", añade. Tampoco se posee de Mozart un mechón de cabellos, como en el caso de Beethoven.
Tras el análisis de 422 cabellos de Beethoven, científicos estadounidenses concluyeron el año pasado que poseían un contenido cien veces superior de plomo que lo normal. Con ello se confirmó una tesis que indicaba que el compositor había sido víctima de un lento envenenamiento con plomo, contenido en el vino que solía beber.
Ludewig se abstiene de lanzar especulaciones propias sobre la muerte de Mozart, pero considera como definitivamente liquidada la leyenda negra, según la cual habría sido envenenado con mercurio por su rival, el compositor y maestro de cámara de Viena Antonio Salieri.
"Eso está ya aclarado hace mucho tiempo. El mercurio provoca un temblor que afecta la escritura. Pero, hasta poco antes de su muerte, los manuscritos de Mozart eran perfectamente claros", dice.
Probablemente, conjetura el científico, una lamentable conjunción de varios factores -la ingestión de aguardiente y las sangrías- pudo haber sido responsable de la muerte de Mozart. "Poco se duda de que su muerte ocurrió pocas horas después de su última sangría", señala.
Además, según versiones fidedignas, es también seguro que Mozart "tomaba incansablemente medicinas", aunque no se sabe qué enfermedad pretendía curar con ello. Se afirma sí que el compositor hacía abundante uso, desde su temprana infancia, de la farmacia de casa y de viaje de su padre, Leopold Mozart.
La causa de la muerte de Mozart, en Viena, a los 35 años de edad, con toda seguridad seguirá siendo un enigma. Los documentos y pruebas existentes no bastan para una interpretación seria, dice Ludewig. "De qué murió Mozart realmente, no lo sabemos y jamás llegaremos a saberlo", sentencia.