SANTIAGO.- Tras interpretar a un pescador líder en el próximo filme
La fiebre del loco, de Andrés Wood, y grabar escenas como el "tío Viagra" para la teleserie del segundo semestre de TVN, Pablo Striano se sumerge en la marginalidad y procaz textualidad de un escritor estadounidense para llevar a escena, como actor y director,
Bukowski, Bukowski.
Montaje nacido bajo el alero del Fondart y que tras meses de pasadas por bares capitalinos, como La Piojera, en las riberas del Mapocho, y Las Tejas, de calle San Diego, se "aburguesa un poco" -dice Striano- en el remozado Mesón Nerudiano.
"Fue como traicionar a La Piojera un poquito, al traer la obra acá. Había que insertarnos, porque el local tiene otro carácter, otro publico, otro nivel de consumo, más pudiente; en todo caso, el lenguaje es casi igual, el cambio rotundo fue el cambio de actor protagonista: Marcelo Romo tenía dificultades frente al texto, y gente de cine me aconsejó que lo hiciera yo... bueno, lo tomé, y me quedó como anillo al dedo", sostiene.
¿Qué te atrajo de Bukowski para llevar al teatro?
"La literatura, la figura de él, como imagen, eso de representar a un grupo humano alternativo, marginal, ribereño; le otorgo un valor alternativo como parte del equilibrio a lo formal, a lo
establishment. Las historias que cuenta, sus personajes son una galería altamente representativa que la sociedad ha postergado en la televisión. Estos
outsiders, como el borrachito de La Piojera, del Mercado Central que ahora rescata Televisión Nacional en su próxima teleserie".
¿Adaptastes cuentos específicos o fue una suma de lecturas?
"La mayoría viene de
Historias de un viejo indecente, es el texto madre, pero luego encontramos otros relatos, como
El cartero,
Mujeres y la poesía de Bukowski, con un fuerte lenguaje, no fácil de adaptar. Ese lenguaje procaz, de la calle, que abandona el formalismo rancio, docto, para entrar en la otra área, el lado oscuro, que es el de todos los días, del hombre de La Vega".
En tal sentido, Pablo Striano reconoce una "chilenización" del guión para llevarla a bares marginales, "como era el proyecto del Fondart, llevar la obra a La Clínica, La Fábrica de Curaos; luego en el Teatro a Mil se aburguesó, se subió el perfil para la marea del barrio alto que bajó a la Estación Mapocho; en cambio en La Piojera el lenguaje funcionó, diría que quedamos doctos".
O sea, el desafío es no traicionar el lenguaje bukowskiano...
"Sí, la pregunta ha sido cómo traducir el lenguaje, que del inglés se edita al español de España, por Anagrama, con términos como
tío,
polla, que acá no se entenderían. No había que traicionarlo, ni a su contracultura, de ahí que me recuerdo de un inglés que dijo
donde todo es malo, debe ser bueno conocer lo peor. Hablamos de un héroe y de encontrar en la profundidad misma algún acto heroico".