ROMA.- El "Moisés" de Miguel Angel, una de las estatuas más famosas del gran artista del Renacimiento italiano y una de las mayores obras de arte de la humanidad, se acercará como nunca a sus admiradores, gracias a una restauración que está siendo documentada por Internet.
Desde ayer, el monumento fúnebre al papa Julio II (Juliano della Rovere), en el que está enmarcado la célebre estatua y que ocupa todo el transepto derecho de la basílica de San Pedro Encadenado a pocos metros del Coliseo y del Foro Romano, puede ser visto a un palmo de distancia subiendo al andamio liviano y transparente que sirve para restaurarlo.
Se trata de una refacción única en su género y que responde a los más modernos criterios de limpieza de monumentos artísticos que se realiza sin ocultar la obra de arte a los admiradores.
Los ejemplos más recientes, todos en Italia, son la estatua de Júpiter en la Plaza Mayor de Bolonia, el óleo de "La virgen de los peregrinos" del Caravaggio de la iglesia de San Agustín en Roma y la planta baja del Museo de los Oficios en Florencia.
Gracias a este andamio, el común de los mortales puede subir ahora hasta cuatro metros de altura y ver de frente la figura del papa, reclinado melancólicamente en espera del Juicio Final, y que considerado hasta ahora una obra de taller se ha revelado como una estatua salida del escalpelo del mismo Miguel Angel.
Pero quien no pueda viajar a Roma puede seguir los trabajos por Internet en la página web
progettomosé , gracias a una batería de cámaras digitales que siguen la restauración minuto por minuto.
Para dar luz al transepto se ha utilizado un nuevo tipo de iluminación con lámparas alógenas de alto rindimiento cromático, capaz de revelar tanto los colores como la materia del mármol.
El monumento fúnebre a Julio II es una de las obras más largas y fatigosas de Miguel Angel.
Encargado por el Papa apenas es elegido en reemplazo de Alejandro VI Borgia en 1503, Miguel Angel prepara un primer proyecto en 1506 que consistía en una suerte de baptisterio redondo, coronado con una cúpula y repleto de estatuas, que debía instalarse en la basílica de San Pedro.
Pero las arcas del estado pontificio, perennemente en guerra con sus vasallos y sus vecinos, están siempre vacías y en 1513 muere Julio II sin poder ver ni siquiera el inicio de las obras.
La familia della Rovere, que controla el ducado de Urbino gracias a una de las guerras del pontífice, decide pagar la deuda de gratitud y financia el proyecto que, entretanto, se ha mudado a San Pedro Encadenado, de la que Julio II era titular cuando fue nombrado cardenal a los 28 años por voluntad de su tío, el papa Sixto IV.
El grandioso mausoleo se reduce a una tumba vacía (los restos, en efecto, están sepultados bajo una losa en el piso de San Pedro) pegada a la pared del transepto derecho.
Consta de dos cuerpos en el que la estatua enorme de Moisés domina en posición incómoda un edificio desproporcionado, con a sus lados las estatuas de las matriarcas Lía y Raquel, esposas de Jacob, y en la parte superior una Virgen con el Niño Jesús en el medio sobre la estatua yacente de Julio II, y a sus lados un profeta y una sibila sentados, obras de un alumno de Miguel Angel, Rafael de Montelupo.
Cuatro candelabros y el escudo de los della Rovere rematan el monumento que fue completado recién en 1545.
En estos cuatro siglos y medio de vida, la vívida estatua del Moisés con su mirada que vaga lejana, su ceño fruncido y su cicatriz en la rodilla derecha (que sería el único crédito a la leyenda de que el escultor la golpeó con un martillo ordenándole que hablara), ha atraído a millones y millones de amantes del arte.
Papel de seda embebido en agua destilada será usado para limpiar el polvo y el humo de las velas acumulado en todos estos años mientras un uso atento de escalpelo servirá para eliminar las antiguas refacciones.
La operación debería durar hasta fin de año y costar 500 millones de liras (220 mil dólares) pero mientras tanto la obra maestra de Miguel Angel podrá seguir siendo admirada por los devotos y los amantes de las bellas artes tanto física y personalmente como de manera virtual a través de Internet.