Daniel Quiroga
"Esa luz musical que percibe el espíritu", tal como la definió el poeta, presidió el concierto de inauguración del ciclo "La trasgresión en el arte". Estuvo a cargo de la soprano Magdalena Amenábar, la pianista Erika Voehringer y la actriz Gala Fernández. La coordinación y libreto de Juan Antonio Muñoz enlazó los quince números musicales y el movimiento escénico con su relato.
Eran canciones breves e intensas, con acento popular y esa calidez de "fuego fatuo" que le dio el poeta músico. De García Lorca son títulos conocidos: "Anda jaleo", "Sevillanas" y "Café de chinitas". También hubo partes del "Cancionero Salmantino" y, por cierto, música de compositores hispanos como Enrique Granados, Fernando Obradors, Xavier Montsalvatge, Federico Mompou y Joaquín Rodrigo. Si bien todos los trozos estaban vinculados por el acento popular y regional, fue la escogida interpretación musical, a cargo de las tres artistas, con cuidadosa y bien medida matización, expresividad y movimiento la que conquistó al público. Tanto la picardía y gracia de los textos, como la expresión sentimental, fueron entregadas con voces y gestos mesurados y convincentes.
El enlace de la cantante con la recitación de la actriz y su movimiento escénico, así como el acompañamiento pianístico exacto y equilibrado, ganaron el interés del auditorio, de tal manera que al final no abandonó la sala, sino que insistió en oír más y más. Así se pasó de la emoción a la alegría, en un programa de poesía y música en que la presencia de Federico García Lorca, apoyada por la solvencia profesional de los cuatro participantes, entregó la vitalidad de la poesía y la música popular de España.
