BEIJING.- La vasta cultura en torno a la escritura china, que pese a sus 5.000 años de antigüedad es una gran desconocida para el resto del mundo, podría ver cómo en los próximos años desaparecen tres de sus exponentes más curiosos.
Una de ellas es el único sistema de "escritura femenina" en el mundo, otra es la que se consideran las primeras partituras de sinfonías en la historia y, por último, de un oficio condenado al olvido, el de reparador de plumas estilográficas.
La escritura para mujeres, denominada "Núshu" es un conjunto de entre 1.000 y 1.500 caracteres que se transmite únicamente de madres a hijas en una aislada comarca de la provincia china de Hunan, en el centro del país, y que los expertos han predicho que va a desaparecer si no se hacen mayores esfuerzos para su conservación.
Esta escritura fue descubierta en 1983 y, ante la evidencia de que cada vez menos mujeres sabían leer y escribir en "Núshu", se creó un instituto sobre ella en la Academia de las Nacionalidades del Centro y Sur de China, aunque sus responsables se quejan de la falta de fondos.
Los estudiosos de esta excepcional escritura, de un aspecto más alargado y estilizado que los caracteres chinos, también denuncian que muchas obras escritas en ella han sido sacadas ilegalmente de China.
Al parecer, la escritura "Núshu" es un reflejo del intercambio cultural entre los han, la etnia mayoritaria en China, y los yao, una de las minorías del país, y también muestra un mayor nivel cultural y una mayor autonomía de las mujeres de esta zona frente a las de otras áreas rurales.
El "Núshu" se creó principalmente para escribir las "Misivas del tercer día", unos libros que las madres daban a las hijas cuando se casaban en los que expresaban sus deseos de felicidad en la nueva vida de las jóvenes (aunque solían ser unidas en nupcias con hombres de pueblos alejados a los que no conocían para nada).
A miles de kilómetros de Hunan, en la provincia de Yunnan (fronteriza con Birmania y Vietnam), otra minoría, los naxi, creó lo que según los expertos son las primeras obras musicales para orquesta que se conservan escritas, siglos antes que las primeras de Occidente, durante la dinastía Tang (618-907).
El Gobierno chino ha pedido ayuda internacional para conservar los testimonios escritos de estas composiciones, consideradas "fósiles vivientes de la música taoísta", y para ello ha solicitado a la UNESCO que las obras orquestales naxi sean nombradas Patrimonio Verbal e Intangible Mundial de la Humanidad.
Los aproximadamente 280.000 naxi que viven todavía hoy en las tropicales y montañosas tierras de Yunnan todavía entonan las melodías que crearon sus antepasados hace casi 1.500 años, especialmente en ritos para ahuyentar a los espíritus que celebran cantando y bailando alrededor de una hoguera.
"Las canciones no tienen ni ritmo ni acompañamiento, se trata de gemidos y gritos que usaban en el pasado para asustar a los fantasmas", explicó un especialista en la materia, que señala que esta música no ha cambiado en siglos y que los naxi utilizan el sistema de partituras que ya se ha perdido en otras zonas de China.
Una obra compuesta y escrita hace más de 700 años para describir las guerras entre las diferentes tribus naxi es una de las más antiguas que se conserva hoy en día.
Los naxi destacan también por utilizar otra singular escritura, el dongba, que es el único lenguaje pictográfico -los signos son dibujos de la realidad- que todavía se utiliza en el planeta.
La última de estas tres joyas de la cultura escrita está encarnada por Zhang Guangyi, el último reparador de plumas estilográficas en Beijing, que ha pasado 50 de sus 72 años arreglando estos instrumentos a los habitantes capitalinos que no podían permitirse comprar unos nuevos cuando se les estropeaban.
El ascenso económico de la población china -al menos en ciudades como Beijing- y sobre todo la llegada del bolígrafo, han bajado el negocio de Zhang, aunque éste señala que "algunos siguen prefiriendo la pluma para que sus documentos parezcan más bellamente escritos", algo muy importante en un país donde la caligrafía es un arte.
El artesano, que muestra con orgullo los seis premios recibidos por su labor, pronto tendrá que cambiar de lugar su establecimiento en la Calle de la Plata debido a las obras de modernización y ensanchamiento de la zona, todo un símbolo de cómo el nuevo y olímpico Beijing se olvida de sus tradiciones.