La autora de La casa de los espíritus, quien este viernes cumple 60 años, ha reconocido que anhela recibir el máximo galardón que otorga el Estado a sus escritores.
Santiago.- "Es el único premio que tiene un sentido emocional para mí". De esta forma, la exitosa escritora chilena Isabel Allende se refirió recientemente a la posibilidad de obtener el Premio Nacional de Literatura 2002, por el que compite este año con otros colegas de la categoría de Antonio Skármeta y Roberto Bolaño.
Junto con su nominación reflotaron las críticas de aquellos literatos que no creen que Allende merezca tal distinción, que la consideran una lanzadora de best sellers y que la tildan de ser una seguidora del colombiano Gabriel García Márquez.
En contra de todo detractor, desde California, Estados Unidos, donde reside, la autora de "La casa de los espíritus" ha reconocido que anhela recibir el máximo galardón que otorga el Estado a sus escritores y que se conocerá probablemente a fines de agosto.
Ese premio vendría a coronar los 60 años de vida que cumple este viernes. Seis décadas que no pasan desapercibidas para quienes disfrutan del éxito internacional que ha logrado una de las novelistas latinoamericanas más leídas en el mundo.
Nacida un 2 de agosto de 1942 en Lima, Perú, donde su padre desempeñaba un cargo diplomático, esta periodista y sobrina del derrocado presidente chileno Salvador Allende (1970-73) nunca imaginó que tras 16 años ejerciendo la profesión su pasión se volcaría a la literatura.
La narradora ha admitido que en el periodismo fue "muy poco objetiva", que cuando entrevistaba a algún personaje "ponía en su boca las cosas que me interesaba que dijera" y que incluso si el entrevistado era poco hablador "le echaba imaginación".
Su vida dio un giro radical con el golpe de Estado del 11 de septiembre de 1973, cuando su tío fue sacado del gobierno por Augusto Pinochet. La asonada militar la llevó -en 1975- a exiliarse en Venezuela, país donde vivió durante trece años.
Fue en el exilio que descubrió su amor por la literatura, el que le permitió escribir "La casa de los espíritus" (1982), su primer libro y el que la hizo ganar el prestigio internacional que hoy le reconocen millones de lectores alrededor del mundo.
Como un verdadero ritual, la escritora chilena de mayor éxito en las últimas décadas sólo comienza a escribir un libro si el calendario marca el día 8 de enero, en lo que llama una fecha "de buena suerte".
Fue un 8 de enero de 1981 cuando se enteró de que su querido abuelo había muerto. Su pérdida la hizo empezar ese día una carta para él que finalmente se transformó en esa afamada novela, una crónica familiar ambientada en el torbellino de cambios políticos y económicos acontecidos en Latinoamérica.
No sólo el dolor por su abuelo la alentó a escribir. En 1992, la muerte de su hija Paula a los 28 años de edad, tras una grave enfermedad, la llevó a publicar un libro de recuerdos sobre ella que tituló simplemente con su nombre. "Paula" (1994) y otras obras como "De amor y de sombra"(1984), "Afrodita" (1997) ó "La Hija de la Fortuna" (1999), continuaron por la senda del éxito, al punto que han sido traducidas a 27 idiomas y han vendido más de 35 millones de ejemplares.
Sus novelas siempre las centra en temas como la injusticia, la desigualdad, el racismo, el abuso del poder y todo lo relacionado con la mujer, mientras que al espionaje o al misterio, nunca -según ha dicho- les daría cabida en sus hojas.
El próximo 12 de septiembre se alista a presentar mundialmente "La ciudad de las bestias", una obra de aventuras en la selva amazónica que dará inicio a una trilogía dirigida, principalmente, al público juvenil.
A esas alturas y con seis décadas ya vividas, Allende sabrá si podrá lanzar su nuevo libro convertida en la nueva Premio Nacional de Literatura o si la distinción quedó finalmente en manos de otro de sus colegas.