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Descubren "dibujos arena" de cultura pre inca en desierto peruano

Tras cinco años de trabajo, y gracias a enormes fotografías aéreas, los arqueólogos lograron identificar 650 sitios arqueológicos, miles de geoglifos, petroglifos y cementerios de la cultura Nasca, hasta ahora inéditos.

01 de Octubre de 2002 | 17:33 | EFE
LIMA.- Gigantescas figuras humanas, un gran cuchillo, un reloj solar y enormes figuras de animales son algunas de las imágenes dibujadas por los antiguos Nasca (200 a.C.-650 d.C.) en las arenas del desierto peruano de Palpa, que fueron descubiertas ahora.

El arqueólogo peruano Johny Islas y el alemán Markus Reindel lograron identificar nuevos dibujos milenarios horadados por los Nasca en los muros de arena del desierto de los valles del Palpa, a unos 460 kilómetros al sur de Lima, según confirmaron este martes.

Tras cinco años de trabajo, los arqueólogos decubrieron más de mil nuevos geoglifos, líneas grabadas en el desierto, atribuidas por algunos a la acción de los extraterrestres dada su complejidad y su tamaño.

Los Nasca habían dejado su huella en las arenas próximas a la ciudad de Nazca, pero las descubiertas ahora por Islas y Raindel en Palpa, 40 kilómetros más al norte, son anteriores y marcaron el inicio de esa nueva cultura.

Gracias a enormes fotografías aéreas, los arqueólogos lograron identificar 650 sitios arqueológicos, miles de geoglifos, petroglifos y cementerios de la cultura Nasca hasta ahora inéditos.

En los distintos sitios arqueológicos estudiados, los investigadores hallaron tablillas con dibujos, los mismos que posteriormente eran trazados a gran escala en las arenas del desierto.

"La técnica es sencilla, ya que con estacas unidas por una cuerda se podían trazar líneas rectas. Lo realmente difícil era trasladar las figuras a una gran escala sin perder las proporciones adecuadas", dijo Islas.

Los Nasca crearon más de mil figuras de diversos tamaños, desde un reloj de sol de 150 metros a ballenas, zorros o pelícanos de unos 40 metros, así como una familia completa, con personajes de 30 metros cada uno.

Cansados de dibujar sobre la piedra, los Nasca dieron un paso adelante para diferenciarse de los Paracas, los anteriores pobladores de la zona, y llevaron esos dibujos a las nuevas e inmensas dimensiones.

Los geoglifos del valle del Palpa, unidos a los de Nazca, han permitido confirmar que a comienzos de la nueva era cristiana se generó una nueva cultura en la zona, que propició cambios en la construcción de asentamientos y nuevos procesos ideológicos.

Todas las líneas horadadas en el desierto peruano, que se caracteriza por tener una superficie arenosa sobre la que reposan piedras de contenido ferroso, delinearon un paisaje sagrado para la adoración del agua y la fertilidad.

Los cambios culturales, anunciados por los geoglifos, han sido también constatados por los científicos en el estudio de los más de 600 sitios arqueológicos del valle, en el que han descubierto la llamada tumba real del Señor de Palpa.

"Limpiamos algunas tumbas y en todas encontramos parte de un ajuar funerario, con vasijas, conchas, puntas y collares de piedras semi preciosas, pero lo más importante es que hallamos en la excavación objetos de oro", aseguró Islas, para quien las tumbas pertenecían a jerarcas de la época.

"Los valles del sur no son como los del norte. El sur era una zona muy seca, era casi un oasis. Sólo tenían agua en verano, por lo que la acumulación de riqueza era complicada, pero los Nasca lograron organizar una sociedad y especializarse aprovechando los recursos del mar y de la sierra. Eran una cultura realmente avanzada", explicó el arqueólogo peruano.

Las pequeñas piezas de oro son figuras de ballenas, también representadas en los geoglifos de 35 metros identificados en el desierto.

Las tumbas, que estaban integradas en dos grandes centros administrativos que funcionaron entre los años 1 y 400 después de Cristo, han revelado valiosa información sobre el medio ambiente, la forma de vida y los cultos de los Nasca.

Los complejos funerarios estaban formados por varias cámaras de planta cuadrangular con un complejo laberinto de muros y pasadizos dedicados al culto de los muertos, donde se depositaban ofrendas y se preparaba comida para la vida de los difuntos en el más allá.

Los edificios fueron hábilmente adaptados a la topografía del terreno formando un gran complejo de estructuras en forma de terrazas.
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