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Charly García manejó al "monstruo" y a sus problemas de sonido

El impredecible cantautor argentino llegó a escenario en silla de ruedas, de smoking, con cintillo rojo, enormes audífonos y sus uñas de rojo.

24 de Febrero de 2003 | 09:52 | DPA
Especial Festival de Viña 2003

Viña del Mar.- El legendario rockero argentino Charly García fue premiado la Antorcha de Plata por el difícil público del Festival de Viña del Mar, más que nada en reconocimiento de su extensa y destacada trayectoria ya que el artista tuvo constantes problemas técnicos con el sonido durante su show.


Charly García
El padre del rock argentino se llevó la Antorcha de Plata.
García, sinónimo del nacimiento del rock latino, marcó generaciones siendo parte de bandas como Sui Generis, La máquina de hacer pájaros o Serú Girán, o con su carrera en solitario iniciada en 1982 y que trajo álbumes como "Yendo de la cama al living", "Piano bar", "Tango", "Parte de la religión", "La hija de la lágrima", "Say no more" o "Demasiago ego".

Sin embargo, el músico no llegaba al Festival viviendo de la apuesta a sus grandes clásicos sino plenamente vigente con su trabajo "Influencia", de 2002, y con varias nominaciones en Argentina como artista del año pasado.

El impredecible Charly García, quien es un espectáculo en sí mismo, llegó a escenario en silla de ruedas, de smoking, con cintillo rojo, enormes audífonos y sus uñas de rojo. Se sentó en un sofá de hotel, rodeado de tres teclados y comentó: "Hay un boludo que piensa que estoy loco y un boludo que piensa que estoy bien", en referencia a un concejal de Viña que sugirió un exámen psiquiátrico para él.

Dio comienzo a su actuación con una voz ronquísima, quizás producto de la trasnoche en un pub de Viña donde tocó hasta las 5 de la mañana. "Rezo por vos" y "Pasajero en tránsito" fueron algunos de los temas con que abrió.

Al cantar "Demoliendo hoteles", cambió de personajes y en vez de referirse a Videla (Jorge Rafael) dijo "Pinocho" (Augusto Pinochet) y luego alteró la letra: "Hay guerra en el mundo y van a bombardear Irak. Les quiero mandar un mensaje a Estados Unidos e Irak: I’m Charly García... Say no more".

Apoyado por María Gabriela Epumer ("Miss Say No More"), guitarra y coros, en los tonos altos o cuando se perdía en la letra, Charly jugó con elementos de su decorado, como un teléfono o una silla de dentista, levantó el dedo mayor -al parecer a unos músicos-, se desplazó a grandes zancadas por las pasarelas, cambió de temas en medio de la interpretación y se envió frases de auto-halago.

"Pecado mortal, ¿se acuerdan?. ¿Qué moderno que era yo!". Al anunciar un solo de piano improvisado, comentó: "Escuchen algo. ¡Esto es música!". Y cuando dio el pase a su guitarrista chileno, se preguntó: "¿Quién dijo que los chilenos no sirven para nada?".

Además, el temperamental músico tuvo permanentes problemas de acople en el sonido y en sus desplazamientos con la guitarra enredó el cable. Arrojó una guitarra y al terminar la primera parte, pateó uno de los teclados, que quedó inutilizado.

A cualquier otro que no fuera Charly, uno solo de estos gestos de divo, frases cancheras, cambios de temas o letras, o problemas de voz, le habría valido ser despedido entre silbatinas y gritos. Pero si bien el "monstruo" de Viña es voluble, irascible y muy nacionalista, mostró un enorme respeto por el rockero.

El músico hizo dos temas con Pedro Aznar (que es jurado de la competencia folclórica), de Tango IV, donde el bajista mostró todo su virtuosismo. García ya se había relajado -especialmente al cantar "Influencia"- pese a las dificultades de sonido, y se veía dulce y tranquilo, disfrutando el momento.

"Fue un placer tocar acá, ¿eh?. Todo lo que me dijeron fue una mentira", dijo en referencia a la fama de difícil de los espectadores del Festival, al despedirse por primera vez. Sin embargo, el público quería más y exigió la Antorcha de Plata para él (el premio a los artistas que más gustan).

"Realmente, siento que hice algo nuevo acá. Chau, chau. Ahora sí, no vuelvo más. Say no more", dijo al marcharse definitivamente, entre aplausos de un público inusualmente complaciente, cuya mayoría no era adicto al rock sino que habían ido a ver el número siguiente: Los Nocheros, también argentinos.

El desempeño del músico estuvo dentro de lo "normal", hablando en clave "Charly", ni más loco o excedido que lo habitual, con un nivel interpretativo adecuado, considerando que hace años no es el mismo -vocalmente hablando- del que solía ser hasta fines de los años 80’.

Charly García se retiró contento y de buen humor. En entrevistas posteriores afirmó que fue muy divertido volver a tocar con Aznar y describió al Festival de Viña como "pluralista, grandioso, producidísimo y un poco kitsh".
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