Magdalena Amenábar, Alma Campbell, Gonzalo Valencia, Hernán Muñoz y Francisco Cortez. Martes 2 de diciembre de 2003, Goethe Institut.
Por Claudio Pérez, músico electrónico
Qué difícil resulta a veces mirar al pasado. Puede ser una experiencia abismal, inabarcable. Sobre todo en el terreno artístico. Sin embargo hay quienes dedican tiempo - preciado valor - al trabajo del rescate histórico de obras musicales, gente que se zambulle de frentón en la aventura de escudriñar las partituras que hace siglos fueron el futuro de la música.
Me refiero a música de la época en que en Europa ésta rondaba básicamente en torno a formas cantadas, como madrigales y arias. Composiciones donde los autores más destacados empezaban a desarrollar distintas formas de orquestar en relación al solista vocal. Las composiciones post Renacimiento comenzaban a escribirse en base a ciertos patrones de ornamento que en definitiva complementaban al cantante, entregando los recursos justos para que la voz, y sobre todo la palabra, logre su cometido: la búsqueda de la emoción del auditor.
En el Goethe Institut se dio cita el conjunto de cámara compuesto por Magdalena Amenábar (soprano), Alma Campbell (espineta y órgano), Gonzalo Valencia (flautas), Hernán Muñoz (violín barroco) y Francisco Cortez (cello) en el concierto "O primavera" con la interpretación de obras de distintos autores que abarcan del siglo XV al XVIII, trabajos de Marchetto Cara, Luzzasco Luzzaschi, Bárbara Strozzi, Claudio Monteverdi, Henry Purcell y Haendel, entre otros. A excepción de cuatro números instrumentales, el resto del extenso programa (en la cantidad de obras más que en la duración de cada una de éstas), apuntó a composiciones vocales en una muy bonita presentación, donde la solista mostró un trabajo vocal impecable y un manejo técnico destacado, sobre todo por la dificultad de las obras elegidas. Los fraseos, llenos de detalles minúsculos y minuciosos, llenaron de color la sala con un canto matizado y profundo, que se concatenó a la perfección al resto de los músicos, quienes también hicieron gala de un virtuosismo acorde a la exigencia de las partituras.
En la ocasión se pudo escuchar una variedad de obras que daban cuenta no sólo de un tipo de sonoridad específico, de época, particularmente por el uso de la espineta (un pariente del clavecín). También se pudo apreciar un paseo por diferentes estructuras de composición, en los que claramente el protagonismo de los instrumentos acompañantes, desde el siglo XVI en adelante, fue creciendo y dramatizándose con el paso de los años.
El valor de este concierto tiene, a mi entender, tres puntos interesantes: la interpretación, sólida y viva, con un grupo de músicos bien cohesionados y claros en la ejecución instrumental y, por supuesto, vocal; la investigación musical, que abarca un período bastante amplio de la música de cámara, paciente en la búsqueda y por lo mismo, si se quiere, didáctico en la entrega; y por último la elección del repertorio, en el que la combinación de instrumentos varió de tema en tema (a veces voz y órgano solos, otras el quinteto completo, etc.) lo que hizo de esta presentación un evento muy colorido en lo musical. Esto se vio reflejado en la respuesta del público, que aplaudió insistentemente cada número.
Los auditores jóvenes podemos pensar que mirar al pasado puede ser una actividad que finalmente nos puede convertir en estatuas de sal. La interpretación de Amenábar, Campbell, Valencia, Muñoz y Cortez de "O primavera" demostró que nada de eso puede pasar. Si me equivoco, pues, ¡que me convierta en sal!