PARÍS.- La tenista rusa Anna Kournikova y el cantante español Enrique Iglesias se casarán esta tarde en la República Dominicana, asegura hoy el periódico inglés "The Sun", agregando así el último capítulo a una saga cada vez más lejos del deporte y más cerca del "show-bussiness".
Según relata el periódico, el enlace se producirá "al atardecer en Casa de Campo", uno de los centros turísticos más exclusivos del país caribeño.
Julio Iglesias, padre de Enrique y también cantante, tiene una mansión a poco más de un centenar de kilómetros de allí, en las costas de Punta Cana, pero "no estará en la boda", asegura "The Sun".
Kournikova, 78 del ranking mundial, cumplirá 22 años el sábado, y debido a una lesión no está jugando Roland Garros. El tenis parece importarle cada vez menos: en 2003 sólo ganó un partido, en la primera ronda del Abierto de Australia, y perdió cinco.
La última actuación de la rusa, número ocho del mundo hace dos años, fue un indicador de su muy mal momento: cayó ante la brasileña Bruna Colosio, número 384 del ranking mundial, en un torneo menor en Charlottesville, Estados Unidos. Está previsto que reaparezca en dos semanas en Inglaterra jugando el torneo de Birmingham. Su intención declarada es preparar Wimbledon, donde fue semifinalista en 1997.
La boda no confirmada con Enrique Iglesias sería el último hito en la serie de incógnitas que plantea la jugadora. "¿Qué le pasa a Anna Kournikova?" es la pregunta que muchos se repiten desde hace tiempo en el circuito.
Sigue siendo bella, hiperfotografiada y comercializada como ninguna otra deportista en la historia. Pero en sus inicios Kournikova fue sobre todo una gran promesa del tenis, una niña que maravillaba con su juego a los 14 años, y que con 16 llegó a las semifinales de Wimbledon y al octavo puesto del ranking mundial.
Kournikova sabía jugar al tenis. Tenía talento, técnica y físico, pero hoy es noticia por otros temas, que oscilan desde el noviazgo (¿ahora casamiento?) con Iglesias hasta el parche que oculta un tatuaje en el final de su espalda. Cuando se habla de su tenis, en cambio, el tono es casi de burla, y en cuanto a "sex symbol" del deporte, también comienza a verse amenazada, tras ser elegida hace cinco años como una de las "50 personas más atractivas del mundo" por la revista "People".
La revista británica especializada en tenis "Ace" la ubicó en su última edición como la tenista más sensual, pero en esa misma encuesta aparece la eslovaca Daniela Hantuchova como "número dos". En la encuesta de la también británica "FHM" se ve superada por la actriz estadounidense Halle Berry cuando se pregunta a más de cinco millones de lectores por la mujer con "más sex-appeal".
Con la confirmación de que mezclar sexo y deporte es un buen negocio, Kournikova tiene cada vez más competencia de jugadoras que buscan ser más famosas por su aspecto que por su juego, algo de lo que sus agentes y patrocinadores se ocupan a conciencia.
Si el año pasado penó por una fractura por estrés en un pie, el comienzo de 2003 vio a Kournikova lejos del juego por una lesión en la espalda. El problema parece ser ahora en el muslo izquierdo.
En marzo el ruso Sergei Fedorov, jugador de los Detroit Red Wings de la liga estadounidense de hockey sobre hielo (NHL) se destapó diciendo que ambos estuvieron casados durante un breve lapso para divorciarse después, algo que se rumoreaba desde hacía tiempo.
La ex tenista estadounidense Mary Joe Fernández cree en aquel fugaz matrimonio de Kournikova -"se la vio con anillos durante un tiempo"-, y aventura cuál es su problema hoy como tenista: "Anna tiene mucha presión, y casi no tiene amigas en el circuito. Está muy aislada. Su única amiga era Martina Hingis, pero se retiró. Además, creo que tiene problemas con sus padres."
El romance Iglesias-Kournikova se inició durante el rodaje del videoclip del tema "Escape" en Los Angeles.
Iglesias se construyó ya hace más de un año una casa al lado de la de la tenista en Sunset Island, una de las islas para millonarios que salpican el mar en Miami. "Son adictos al sushi, se los ve en cualquier restaurante japonés que exista en Miami. Ya no se ocultan como antes", asegura un fotógrafo local que sigue a la pareja a sol y sombra.
"Pasan las tardes en una lancha rápida en la Bahía de Vizcaya y pasean en la camioneta Cadillac negra que Fedorov le regaló a Anna", agrega.
Ante una vida tan relajada, no extrañó que en una de sus últimas apariciones públicas, en marzo durante el torneo de Miami, Kournikova expresara sus dudas sobre si tiene sentido seguir jugando al tenis:
"Cuando eres joven juegas sin pensarlo dos veces. Es lo que se supone que debes hacer. Pero ahora, con los años me pregunto: ¿Qué hago acá?. ¿Realmente quiero hacer esto?’".
