Barcelona.- El legendario grupo pop británico Rolling Stones volvió a arrasar esta noche, en esta ocasión ante 60 mil personas que abarrotaron el Estadio Olímpico de Barcelona, en su tercer y último concierto en España, después de actuar en Bilbao y Madrid.
El concierto se inició con una descarga de energía cuando Mike Jagger saltó sobre el escenario al ritmo de los primeros acordes de "Brown Sugar".
Durante dos horas, Jagger, Keith Richards, Charlie Watts y Ronnie Wood han interpretado con intensidad y maestría algunos de sus temas más conocidos y han tenido a la multitud en el bolsillo desde el primer momento.
"Hola Barcelona, bona nit" (buenas noches), dijo Jagger en un perfecto catalán a un público entregado de antemano, que compró la entrada hace meses y probablemente se resistirá a tirarla y la guardará como lo que es: la prueba de haber visto en directo una leyenda viva.
Viva y coleando, porque esta banda de sexagenarios conocen el secreto de la eterna juventud, y así lo ha demostrado esta noche Richards con la energía de sus solos y Jagger con la fuerza de su presencia sobre el escenario.
El despliegue de medios de la gira "Licks World Tour", con la que celebran nada menos que cuarenta años de carrera, ha sido espectacular.
Jagger ha recorrido de punta a punta el escenario de 75 metros de largo, 26 de alto y 26 de ancho, diseñado por Mark Ficher, y su imagen se ha multiplicado en la pantalla gigante, movible y divisible que presidía el decorado.
En un derroche de alta tecnología, la pantalla de vídeo ha mostrado las imágenes tomadas desde una microcámara instalada en la guitarra de Wood.
Los presentes han descargado adrenalina al ritmo de "Start me up", "You got me rocking" y otros temas de alto voltaje, hasta que Jagger ha dicho "vamos a ponernos románticos" y ha dado paso a "Angie", una de sus baladas más famosas, e inevitablemente se han encendido miles de antorchas entre el público.
Un público heterogéneo, entre los que había padres cincuentones bailando con sus hijos adolescentes.
Como ha ocurrido en los conciertos de Bilbao y Madrid, Richards ha tenido su momento de gloria después de una hora de actuación, y tras cantar dos temas, Jagger ha vuelto vestido con una levita y mientras una lengua de fuego aparecía en la pantalla, ha cantado "Sympathy of the Devil".
Esta explosión de efectos especiales ha marcado el ecuador del concierto, y los Stones se han trasladado por una larga rampa hasta otro escenario situado en el medio del Estadio Olímpico.
Allí han empezado con notas de blues y han acabado con "Like a rolling Stone", antes de volver al escenario grande e iniciar el sprint final, con 'temazos' como "(I can’t get no) Satisfaction".
Fuegos artificiales despidieron la fiesta, que muchos no se han querido perder pensando que puede ser la última oportunidad de verlos en Barcelona, que más que la gira de despedida de una banda de rock con cuarenta años a sus espaldas ha sido la demostración de que los viejos roqueros no sólo nunca mueren, sino que tampoco envejecen.