BOLONIA.- La actriz griega Yvonne Sanson, reina de los melodramas italianos de la década del cincuenta, falleció esta madrugada de un aneurisma a los 77 años.
Sanson se había retirado del cine en 1972 luego de haber actuado en medio centenar de películas a partir de "La gran aurora", de Giuseppe Maria Scotese (1946) en la que se explotaba la notoriedad del director de orquesta infantil Pierino Gamba.
Eternamente doblada, por su fuerte acento griego, inadecuado en sus roles de italiana a la que le pasaban las peores desgracias, Yvrera como actriz pese a su poco talento.
Sin embargo, contaba con una escultural y "taquillera" figura que nada tenían que envidiar a las emergentes Sophia Loren y Gina Lollobrigida.
Antes de conquistar al público con el primero de sus siete filmes con el director Nazzari y Matarazzo, "Catene" (1952), Sanson deambuló en películas como "Aquila Nera" e "Il cavaliere misterioso", donde hacía nada menos que de Catalina II de Rusia.
Gracias a "Catene", su carrera dió un vuelco y la consagró como una de las actrices más taquilleras del cine italiano, siempre en roles de mujer sufrida.
Eran los años de películas como "I figli di nessuno", "Menzogna", "Chi é senza peccato", "Torna", "Angelo bianco" y otras, mientras varios directores de renombre aprovecharon su popularidad.
Tal fue el caso de Alberto Lattuada en "El abrigo" (Il cappotto) y de Roberto Rossellini en "Anima nera" (Alma negra) y de los franceses André Cayatte con "Somos todos asesinos" (Nous sommes tous des assassins) y René Clément con "Barrage sur le pacifique" (Esta tierra cruel).
Antes de retirarse, Bernardo Bertolucci le ofreció una de sus mejores oportunidades en "Il conformista" (El conformista) donde interpretaba a una señora de la buena burguesía fascista, madre de Stefania Sandrelli.
Pero dos años más tarde, tras haber hecho tres películas de poca relevancia, Yvonne Sanson se retiró para siempre del cine y se fue a vivir con su hija en un suburbio de Bolonia donde esta madrugada murió.