WASHINGTON.- El actor Bob Hope, uno de los iconos del mundo del espectáculo de Estados Unidos, ha muerto a los 100 años, según informaron hoy fuentes cercanas a la familia.
El actor, nacido en Eltham (Reino Unido) pero nacionalizado estadounidense, murió el domingo a causa de una neumonía en su casa de Toluca Lake (California), rodeado de varios miembros de su familia, según dijo a la prensa su representante, Ward Grant.
Hope cumplió 100 años el pasado 29 de mayo y su frágil salud ya le impidió entonces participar en los numerosos actos de homenaje que se celebraron en todo EE.UU. para agradecerle su larga carrera en el mundo del espectáculo, que comenzó cuando tenía 18 años.
Comenzó haciendo vodevil y continuó trabajando en radio, televisión y cine -participó en 69 largometrajes- y se convirtió en una auténtica leyenda del mundo del entretenimiento.
Multimillonario, apasionado del golf y amigo de casi todos los presidentes de EEUU desde el final de la II Guerra Mundial, Hope hizo de la comedia y el buen humor su seña de identidad.
Muestra de la repercusión de su carrera fueron las masivas muestras de cariño que recibió hace dos meses al cumplir un siglo de vida, cuando recibió mensajes de agradecimiento de la Casa Blanca, de la reina Isabel II de Inglaterra y del papa Juan Pablo II.
Con motivo de la efemérides se convirtió además en el primer civil en EE.UU. en recibir una condecoración militar para darle las gracias por las muchas veces que viajó para llevar la sonrisa a las tropas estadounidenses desplegadas en misiones en todo el mundo.
Con cinco estatuillas del Oscar -es la persona que más veces ha asistido a la entrega del premio-, aunque todas ellas de honor, fue reconocido sobre todo por sus labores humanitarias y, porque tras casi 80 años de carrera, se convirtió en algo más que un cómico.
De hecho, el actor cuenta incluso con su propia sala en la Biblioteca del Congreso de Estados Unidos, en Washington, a la que donó 85.000 páginas con muestras de su humor.
Hacía años, según su familia, que Hope no podía comunicarse con el mundo, dada la fragilidad de su salud. Era Dolores, su esposa durante 69 años, quien a sus 94 le mantenía en contacto con el mundo y, en especial, con los cuatro hijos que la pareja adoptó.