Marcelo Contreras
Salvatore Adamo es uno de los rostros y sonidos de los 60 para Chile. Más que un rostro y un estilo musical, una manera en que la memoria popular prefiere recordar aquellos días. Una era cándida, sencilla y directa para hablar del amor y otros sentimientos universales, que el cantante ítalo-belga aún encarna a plenitud.
Anoche, con el Teatro Teletón repleto, el público chileno se reencontró con la estampa amable de un artista que preparó una masiva bienvenida a una audiencia que históricamente lo adora. Porque Adamo, bajo el alero de ocho músicos, reservó más de una treintena de temas para su primer concierto en Chile después de 21 años. De traje negro, camisa blanca y voz intacta, Salvatore Adamo se abrió paso con Es mi vida. Sólo faltó el viejo crepitar de la aguja sobre un vinilo para que el cuadro fuera completo, para que el tiempo de verdad se detuviera en ese Chile AM que durante décadas nos grabó a Adamo en la memoria. Con la sonrisa amplia que jamás abandona su expresión, el artista continuó con otro clásico: Tu nombre.
Claro que a Adamo el paso del tiempo también lo puede traicionar. Cuando pronunciaba un pequeño discurso para presentar la siguiente canción de mi último LP, Adamo se detuvo ante su propia risa y la del público. Es una prueba de que tengo cierta edad, exclamó, frente a la evidencia de referirse a un formato ya marchito para la industria. Un lapsus al que Adamo se sobrepuso al describir que la guerra en Kosovo le inspiró el dramatismo de Le monde a mal y, de paso, dejar en claro que todavía es un compositor activo. Pero es evidente que Adamo está en Chile para recordar que la canción romántica no se doblega al calendario. Más aún, para sostener un revival que más allá de la oportunidad y el negocio, funciona a plenitud cuando sus propios protagonistas no pierden el encanto.