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Soprano colombiana Juanita Lascarro ovacionada en Alemania

La cantante interpretó con solvencia las extremas diferencias de tonalidad de la partitura de "Lulú" de Alban Berg, obra que sigue las reglas dodecafónicas.

29 de Septiembre de 2003 | 17:54 | DPA
FRÁNCFORT.- La cantante colombiana Juanita Lascarro recibió ovaciones por su papel protagónico en la ópera “Lulú” del austríaco Alban Berg, estrenada anoche en la Opera de Fráncfort.

La soprano colombiana interpretó con solvencia las extremas diferencias de tonalidad de la partitura de esta obra, que sigue las reglas dodecafónicas.

La ópera no es considerada tarea fácil para los cantantes, los cuales tienen que combinar escenas de actuación, canto hablado y fragmentos cantados de suma dificultad.

Sin embargo, Lascarro brilló con su “Lulú” e incluso la interpretación que ofreció fue tan comprensible que no fue necesario leer los parlamentos proyectados sobre el escenario.

El hecho de que las cuatro horas no resultaran para nada tediosas fue también gracias a la puesta en escena que la Opera de Fráncfort adquirió de su par de Londres por motivos financieros.

El director de ambas, Richard Jones, eligió fondos estridentes para esta ópera inconclusa basada en textos de Franz Wedekind. Paolo Carignani estuvo a cargo de la orquesta que interpretó la versión con el tercer acto que completó un discípulo de Berg.

“Lulú” es una pantalla vacía en la que los hombres se proyectan. Se convierte en distintas mujeres según el amante de turno, y para cada marido es otro tipo de esposa.

No sólo cambia su estilo, también su nombre varía conforme cambia de compañero. Todos caen subyugados, ninguno sobrevive: el primer marido, un médico, muere al descubrirla en plena infidelidad. El segundo, un pintor, se degüella por temor a perderla y el tercero, un editor, es ultimado a balazos por la propia Lulú, que acaba en la cárcel.

Una mujer, quien también sucumbe a los encantos de Lulú, la libera de la prisión y otros admiradores organizan la fuga. El esposo número cuatro será el hijo del asesinado.

A partir de ahí comienza el declive: Lulú se queda sin dinero, trabaja como prostituta y el último cliente es un asesino. Esta historia contiene suficiente grito, lucha, locura y sangre para varias veladas de ópera, pero siempre acompañada de una sobriedad que el filósofo y músico Theodor W. Adorno supo elogiar: “Sin la más mínima concesión a las tendencias neoclásicas y prerrománticas”.
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