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Ensemble Bartók en la onda del jazz (21/3/1997)

03 de Octubre de 2003 | 10:40 |
Daniel Quiroga

21/3/1997

Atrayente programa ofreció el Ensamble Bartok en su concierto en el Instituto Chileno-Norteamericano. Autores de los dos países hicieron el aporte más destacable en el programa. Se escuchó inicialmente “Cueca y Rin” de Luis Advis, para voz e instrumentos, con su amable ondulación rítmica, sobre la cual la voz cantante dio su parte de refinado criollismo. Siguieron Tres Canciones, de Gershwin, en que Carmen Luisa Letelier dio un toque muy personal, delicadamente expresivo, evitando el tono desgarrado en que suele oírse “The Man I Love”, por ejemplo. En el mismo tono Blue, Tres Canciones de Simon Sergon, con armonía más áspera, completaron el aporte norteamericano, con su aire tristón y ritmo algo sofisticado. Finalizó la primera parte una obra del chileno Carlos Botto, Premio Nacional de Arte. La Cantata “Tiempo”, sobre textos de Gabriela Mistral (1994), ganadora del Concurso Charles Ives en el mismo Instituto, fue presentada por los cinco integrantes del Ensamble Bartok dirigidos por Cirilo Vila. La obra resume un clima fundamentalmente expresivo y comunicador, a través de un tejido sonoro en que hay muy hermosos efectos de color y melodía en la entrega de los versos mistralianos. La versión lograda por el Ensamble acreditó su detenido ensayo, en la primera audición de concierto de esta obra. El autor, presente en la sala, recibió el cálido homenaje del público.
Después, Karina Glasinovic y Cirilo Vila, tocando a cuatro manos, animaron las ingeniosas Marcha, Vals y Polka, de Igor Stravinsky (1915), las tres primeras de una serie de breves e incisivos moldes de tipos danzables, con ácidas superposiciones tonales y escueta rítmica, con obligado efecto humorístico, que los ejecutantes hicieron lucir para goce del auditorio.

Luego del conocido “Cisne Negro”, de H. Villa Lobos, pieza que el chelista del grupo toca frecuentemente en los conciertos del Ensamble, y del revoltoso Trío del también brasileño Jorge Antunes, asimismo bien conocido del público, se ejecutó, para clarinete solo, el “Pierrot” del chileno Gonzalo Martínez. El compositor, un joven de veintitantos años (hijo del Almirante Martínez Bush), ha estudiado música en Chile y en España donde actualmente reside. El título “Pierrot” deriva de una serie de siete notas que Martínez tomó del “Pierrot Lunaire” de Schoenberg, y es en verdad una pieza desafiante para el clarinetista que resuelva el intrincado recorrido por todo el registro del instrumento, tratado con imaginación por el autor. La obra fue dedicada a la directora del Ensamble, Valene Georges.

Cerró el programa un homenaje a Benny Goodman. Voz, clarinete, violonchelo y piano, desenvolvieron tres temas del famoso clarinetista, sobresaliente ejecutante en música de jazz y de concierto. Aquí el conjunto trabajó con turnos de improvisación individual y de ensamble. La verdad es que las improvisaciones fueron muy correctas y algo tímidas, si se comparan con el despliegue de la clarinetista, que se sentía realmente “en su salsa”. En todo caso ¿por qué no ha de hacerse la prueba con las posibilidades del jazz, si hay ejecutantes tan calificados como los que actuaron?
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