Daniel Quiroga
28/6/1996
Con entusiasmo recibió el público de los abonos a "Encuentro con la Opera", el segundo reparto de la ópera bufa de Donizetti "Elixir de Amor". Aunque puede ocurrir que esta simpática obra no tenga aún familiaridad necesaria con el auditorio (la última vez se dio en 1991), lo que produce cierta reticencia a dar el aplauso a los números que van encadenando la acción escénica, lo cierto es que esto se superó y ya el primer acto logró desatar verdadero entusiasmo a su término. Conviene recordar aquí que la ópera bufa deja espacio para el aplauso y la orquesta reitera los acordes finales para que no haya duda por lo cual solos, dúos, tríos y concertados como que esperan la reacción del público.
"Encuentro con la Opera" presentó un elenco que a última hora contó con la colaboración del tenor argentino Eduardo Ayas, quien asumió el rol de Nemorino. Formado en el Teatro Colón de Buenos Aires, cantó este papel en Montevideo en 1995, y ha actuado en óperas de Mozart, Bellini, Donizetti, Rossini, Verdi y Puccini, aparte de obras contemporáneas en Argentina, Estados Unidos e Italia. El ingenuo campesino tuvo que conquistar a la rica y caprichosa Adina, protagonizada por Miryam Singer, tarea en que ambos lucieron un grato material vocal, con singular relieve escénico. Ayas acreditó condiciones sobresalientes en lo vocal, con un registro parejo y luminoso, tanto en el agudo como en el manejo de la media voz en su aplaudida entrega de "Una furtiva lacrima". Miryam Singer resolvió con seguridad vocal los abundantes y exigentes pasajes de agilidad y los requerimientos de los números de conjunto, sacando partido de su cambiante personalidad frente a los pretendientes. La agresiva presencia del sargento Belcore tuvo en el barítono Oscar Quezada una personificación joven y vocalmente vigorosa.
Rodrigo Navarrete, que dio muestras de logrado progreso escénico, reemplazó su volumen vocal, algo escaso para el rol de Dulcamara, por una presencia comunicativa y llena de humor. Claudia Pereira, otro joven valor lírico, hizo en Gianetta el grácil complemento del cuadro. Y nuevamente destacamos el desempeño vocal y escénico del Coro Profesional del Teatro, indispensable en la realización del plan escénico trazado por Ramón López y Germán Droghetti. La batuta de Miguel Patrón Marchand, dirigiendo la Filarmónica, apoyó, a veces con volumen subido, al grupo, que cumplió una labor de notable relieve.