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Festival “Rosita Renard” (17/1/1996)

03 de Octubre de 2003 | 10:50 |
Daniel Quiroga

17/1/1996

Las tres jornadas del Quinto Festival de Música “Rosita Renard” demostraron la estabilización de este esfuerzo y el eco que ha encontrado en la población de Pirque y comunas próximas de Santiago.

Los tres días del V Festival posibilitaron la actuación de los tres cuerpos artísticos de la Universidad de Chile: el Ballet Nacional, el Coro Sinfónico y la Orquesta Sinfónica. El primer día fue dedicado al público infantil, el que se demuestra por demás interesado en todo lo que sucede en el escenario, eludiendo las barreras y las recomendaciones de sus mayores. En este ambiente, dos títulos del Ballet Nacional “Carnaval de los Animales” y “Pedrito y el Lobo”, coreografías sobre la música de Saint-Saens y Prokofiev, respectivamente suscitaban los comentarios y exclamaciones del abundante sector infantil. La música en grabación llegaba al recinto a través de poderosos parlantes y una cámara negra sobre un escenario montado especialmente que trajo al público la versión de esas bien conocidas piezas del repertorio del Ballet Nacional, con lucimiento de los solistas y grupo.

Lástima fue que la luz natural mantuviera su fuerza, quitando al conjunto el apoyo de los efectos lumínicos, que indudablemente ayudan a la ilusión óptica buscada en la coreografía. Ya en “Pedrito y el Lobo” el sol se ocultó y los colores y contrastes de luz y sombra dieron el clima al cuento musicado por Prokofiev, animando las escenas.

Al día siguiente la música se hizo presente con la Sinfónica de Chile, dirigida por Irwin Hoffman, en la animada y brillante Obertura de la ópera “Benvenuto Cellini” de Héctor Berlioz, seguida del “Requiem Alemán” de Johannes Brahms, con la Orquesta y el Coro Sinfónico, dirigidos por Hoffman y Guido Minoletti. Ya que la obra de Brahms ha sido comentada en sus valores musicales reiteradas veces, no es del caso insistir en ellos. No obstante, parece evidente que, por su carácter y la profundidad de su mensaje, se aprecia mejor en un recinto cerrado que al aire libre, donde existen cien posibilidades de interrupción auditiva por causas ajenas a su ejecución. Es justo destacar que los solistas fueron esta vez dos jóvenes valores: la soprano Claudia Virgilio y el barítono Pablo Oyanedel, ambos con grato material vocal manejado con seguridad musical y técnica, que les hizo salvar los difíciles compromisos de este Requiem, en el que los dos hicieron su estreno. Fue difícil tarea para los sonidistas seguir los diferentes grupos vocales e instrumentales en la maciza contrucción de Brahms, pero la entrega de amplificación sólo acusó infidelidades menores.

Y en la fecha final, el Festival logró estusiasmar al auditorio con el grupo de obras de compositores de Chile, México y Brasil, cuya vitalidad rítmica hizo impacto en la concurrencia. Advis, Gutiérrez, Guarnieri y Fernández fueron recibidos con caluroso aplauso. Y el clima de entusiasmo siguió al cabo de la extraordinaria presencia de otro joven valor, el pianista Luis Muñoz (22), en el Concierto N 2 de Rachmaninov. El discípulo de Elisa Alsina desplegó su talento pianístico en tan exigente obra, con notable concentración y seguridad técnica, apoyado por la dirección del maestro Hoffman con ductilidad en los escasos momentos de vacilación o arranque del intérprete nacido en Chillán, que ojalá continúe cultivando sus generosas dotes.

El Festival “Rosita Renard” ha logrado establecerse como un campo de cultivo para nuevos valores musicales del país. Este sólo hecho debe ser destacado como una de las realizaciones positivas para nuestra cultura en los últimos años.
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