Federico Heinlein
22/10/1996
A un baño de salud espiritual equivalió el concierto de música sacra renacentista que el grupo Ludus Vocalis ofreció ante un numeroso público en la Santiago Community Church. Bajo la dirección firme del maestro Alejandro Reyes, las voces de Magdalena Amenábar, Irene Alvarado, Patricia Herrera, Victoria Barceló, Verónica Silva, César Arenas, William Child, Pablo Castro y Juan Pablo Villarroel, han aprendido a combinar la máxima disciplina con una aparente espontaneidad, entregándonos las maravillas musicales religiosas del siglo XVI como si realmente fueran un juego vocal.
Cautivaron la pureza, armonía y cohesión del coro en el noble motete “Christus factus est”, de Felice Anerio, y la profundidad del “Réquiem aeternam”, de su hermano Giovanni Francesco. En el Stabat Mater, de Palestrina, para doble coro, impresiona la capacidad del compositor para ceñir el vasto texto con una maestría sin par, y sorprende el arte del director que nos inunda con la expresiva marejada de estas olas modales.
Aladas interpretaciones de “O sacrum convivium” y “Cantate Domino”, de Giovanni Croce, nos condujeron del Lacio a Venecia, concluyendo esta parte del programa con la música de dos flamencos, oriundos de lo que hoy es Bélgica:
el sucinto “Jubilate Deo”, de Orlandus Lassus (¿Roland de Lattre?), y el fluir agitado del motete “O quam gloriosum”, de Jacobus Vaet.
Después del intermedio escuchamos sólo páginas del magnífico Tomás Luis de Victoria, avilés formado en la Escuela Romana, cuyos loores a la Virgen están pletóricos de eufonía y originalidad. El inspirado “In Annuntiatione”, con su ensimismamiento inicial; la soberbia “Salve Regina”; el Ave María entrañable y el motete “O magnum mysterium” que remata en un luminoso Aleluya, atestiguaron una vez más las cualidades del conjunto guiado por el maestro Reyes.
Punto aparte merece la ejecución de la misa “Simile est regnum coelorum”.
Recordamos, después de la exaltación del Gloria, la calma solemne del Credo; la rotundidad del Sanctus, el sosiego del Benedictus y el relieve sonoro del Agnus Dei para doble coro. Ante los aplausos sostenidos que agradecieron esta interpretación, los músicos agregaron una sustanciosa entrega del “Verbum caro factus est”.
Observamos en este programa que el barítono Pablo Castro ya no es el único antifonero de las flores gregorianas previas a varios trozos: ahora, más de un solo cantante participa en esa hermosa usanza. Dejamos el templo enriquecidos por la música imperecedera renacentista que el Ludus Vocalis hizo revivir en forma tan eficaz.